Shorta: una radiografía de la violencia

11 Jun Shorta: una radiografía de la violencia

 

Firmado, tanto a nivel de realización como de guion, por la pareja de debutantes en el largometraje —aunque la solvencia de la puesta en escena pueda hacer pensar en un cierto grado de veteranía— compuesta por Frederik Louis Hviid, con amplia experiencia en el cortometraje, y Anders Olholm, con cierta experiencia como guionista, este áspero thriller danés nos propone una compleja reflexión sobre esa violencia que, con mucha más frecuencia de la deseada, recorre nuestras calles del primer mundo. Para ello elige como detonante un suceso que evoca —no creo que conscientemente, a la vista de la fecha de producción de la película— la muerte del afroamericano George Floyd durante una detención policial en mayo del año pasado en la ciudad de Minneapolis y que provoca una violenta algarada de protesta en una zona de Copenhague habitada por inmigrantes, en la que quedan atrapados dos policías, uno de ellos de rudas y racistas maneras y el otro implicado en esa muerte que ha desatado la furia.


El gran mérito de la película es contemplar ese escenario con complejidad y dejando al espectador la opción de juzgar y valorar los hechos y las situaciones que se producen en el film y que son fiel reflejo de otros y otras que ha contemplado a través de la televisión o que incluso ha podido vivir a pie de calle. Ni se trata de justificar la violencia policial como necesaria para combatir la inseguridad, ni tampoco de hacerlo con la ira de los jóvenes encapuchados que se les enfrentan como justa y necesaria. El barrio de Svalegarden, con todos sus odios y resentimientos enraizados en la exclusión social, es el polvorín necesario, pero la mecha la prenden las fuerzas del orden, primero con la muerte de un detenido que se encontraba bajo su custodia y más tarde con la humillación arbitraria de un joven habitante de ese barrio. A partir de ese inevitable estallido en el que todavía podemos identificar sus componentes, la cosa se complica y el espectador recibe un puzzle de situaciones y emociones que deberá componer él mismo. Un rompecabezas que, seguro, cada uno resuelve de una manera diferente o que, incluso, no consigue resolver. Pero la historia le ha inquietado emocional e intelectualmente porque le está hablando de algo que está sucediendo en la calle de al lado.


Como he apuntado al inicio, «Shorta», título que alude al apelativo árabe para la policía, tiene una estupenda puesta en escena que consigue que te creas físicamente todo lo que sucede —condición indispensable para aceptar una historia— y la pareja protagonista, Jacob Lohmann y Simon Sears, se ajustan como un guante a sus personajes, pero además presenta un sólido trabajo de guion —más allá de alguna conveniente «casualidad» (la identidad de la sanitaria que atiende al agente herido)— que maneja perfectamente el arco dramático de los dos personajes protagonistas en un significativo recorrido moral que describe unas curvas que terminan cruzándose y llevando a cada uno de ellos al terreno del otro. Buen cine.

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