Fonoescena 15: El cine llega a Valencia

04 Jul Fonoescena 15: El cine llega a Valencia

 

El cine llegó a Valencia bastante tarde, ya que la primera proyección tuvo lugar en 1905 (las primeras películas de los Lumière son de 1900) en el salón Sorolla del Ateneo de Valencia; y el primer cineasta valenciano fue Antonio Cuesta, propietario de una droguería en la plaza del Mercado, que ese mismo año realizó, para su propia marca, Films Cuesta, «El tribunal de las aguas», un breve documental, de apenas 90 metros (entre tres y cuatro minutos), con una reunión de este famoso tribunal valenciano a las puertas de la Catedral.
Antonio Cuesta no desarrolló, sin embargo, una carrera como realizador y para dirigir sus producciones contrató al catalán Joan María Codina, un cineasta especializado en filmaciones taurinas, a las que volvería tras realizar algunas películas para esa marca. Joan María Codina trabajó a caballo entre Valencia, Barcelona y Madrid y fue uno de los creadores de un cierto «realismo popular» en el cine español, a través del modelo del serial que había llegado importado de Francia: «El signo de la tribu» (1914), una historia de bandoleros y gitanos, con unas tres horas distribuidas en 10 episodios; «Barcelona y sus misterios» (1916), de ocho episodios; y hasta otros 62 episodios para 6 seriales diferentes realizados hasta el año 1920.


Joan María Codina es recordado también por dirigir, en 1915, «Pacto de lágrimas» y «Pasionaria», dos suntuosos melodramas de los que sólo se conservan fragmentos que constituyen las dos únicas películas protagonizadas por (Carmen) Tórtola Valencia (1882 / 1955), una bailarina, calificada como la Isadora Duncan española, que ejerció de musa de numerosos literatos y artistas españoles, que practicaba una fusión de danzas orientales y africanas con conceptos nacionales y clásicos, y cuyos movimientos y coreografías recordaban a las serpientes.


Con todo, el cineasta valenciano más importante es, sin ninguna duda, Maximiliano Thous (Asturias 1875 – Valencia 1947) que, a pesar de no haber nacido en estas tierras, se trasladó desde muy joven a la ciudad de Valencia y pronto se integró en las filas del valencianismo cultural y político, desde las múltiples facetas de su actividad: periodista, cineasta, director teatral, poeta e incluso político, ya que fue candidato a las elecciones municipales por el partido Unió Valencianista Regional (UVR). Tan «valenciano» llegó a ser que es el autor de la letra de nuestro himno regional.


La obra cinematográfica de Maximiliano Thous se sitúa íntegramente dentro del cine mudo y para su propia marca, la PACE (Producción Artística Cinematográfica Española): «La bruja» (1923), «La Dolores» (1924), «La alegría del batallón» (1924), «Nit d’albaes» (1926), su mayor éxito de público, y finalmente «Moros y cristianos» (1926), sobre un texto teatral propio, con una joven, descendiente de una familia aristocrática venida a menos, que se debate entre dos hombres, ambos capitanes en las fiestas de moros y cristianos.


Las dificultades de financiación de esta última película, que nunca llegó a estrenarse en Valencia, determinaron el fin de su aventura cinematográfica, medio al que sólo regresaría con algún documental realizado para las instituciones públicas y con algunos proyectos dentro del nuevo cine sonoro que nunca llegaron a concretarse. Paradójicamente, esta película que marcó el final de su carrera sería, con el tiempo, la que proporcionaría mayor reconocimiento a su actividad cinematográfica, ya que permaneció desaparecida hasta que fue recuperada por la Filmoteca Valenciana en 1992 y posteriormente restaurada en el laboratorio italiano L’Immagine Ritrovata, a partir del negativo y de un copión en positivo en soporte de nitrocelulosa, siguiendo las indicaciones contenidas en el guion y en otros documentos del legado del cineasta que se conserva en la citada Filmoteca Valenciana.

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1Comment
  • Micaela
    Publicado a las 14:47h, 05 julio Responder

    Gracias Pedro, por tu esfuerzo en la divulgación cultural. Son pildoras que mejoran nuestra visión de las cosas. Un abrazo

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