La tumba india: Fritz Lang y el serial

01 Jun La tumba india: Fritz Lang y el serial

 

Fritz Lang, uno de los grandes cineastas de la historia del cine, desarrolló la primera parte de su carrera en una Alemania que casi podemos calificar de «natal», aunque fuera austríaco de nacimiento; tuvo su intermedio glorioso en Hollywood, adonde emigró con la llegada del nazismo; y concluyó su trayectoria de vuelta en Alemania a finales de los años cincuenta. Curiosamente, comenzaría y terminaría en el serial.


En esa primera etapa, a la que pertenece un título tan reconocido como «Metropolis», Fritz Lang realizó varias obras igual de memorables situadas, de forma más o menos explícita, dentro del serial, especialmente «Los espías» y, en cierto modo, también las dos entregas del Dr. Mabuse (todavía realizaría una tercera con la que cerraría su carrera en 1960). Unos relatos acogidos al modelo de folletín de intrigas y aventuras que muchas veces, y esta es una de ellas, atesoran la esencia misma del arte de la ficción.


A su regreso a Alemania, además de la mencionada entrega del Dr. Mabuse, realizó dos películas de aventuras exóticas que recuperan, magistralmente, ese viejo espíritu del serial: «El tigre de Esnapur» y «La tumba india», ambas fechadas en 1959. En realidad, una sola película, pues la primera concluye con un falso desenlace y la segunda se abre con un recordatorio de cosas que han sucedido en esa «primera parte».


Un tanto olvidadas, incluso menospreciadas en algún momento por la crítica, su revisión me ha permitido disfrutar de toda una lección de narración cinematográfica, de una genial suma de sucesos construidos e hilvanados en la chistera de ese prestidigitador que siempre debe de ser un hacedor de historias. Porque la ficción es ante todo eso, cuentos e historias. La trascendencia, las segundas lecturas, el aliento épico y todo lo demás… vendrán después y, en cualquier caso, tendrían muy complicada su existencia sin contar lo primero.


Con escasos medios, un modo de producción característico de la serie B y con un actor muy limitado como Paul Hubschmid, Lang consigue un relato trepidante y fascinante, con la complicidad de una Debra Paget que sabe perfectamente a lo que está jugando y lo lleva hasta la máxima expresión. El arte de contar historias en estado puro.

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