13 Jun Fonoescena 13: El cine llega a España
Tras la primera proyección cinematográfica, el 28 de diciembre de 1895, los Lumière enviaron a España —al año siguiente o «ese mismo año», si atendemos a lo tardío de ese estreno— a uno de sus operadores de cámara, Alexandre Promio (1868 / 1927), para que filmara películas con las que poder abastecer el catálogo de la compañía.
Alexandre Promio, al que se le atribuye el primer travelling de la pantalla en «Panorama du Grand Canal vu d’un bateau» (1896), al rodar una vista del Gran Canal de Venecia desde una góndola en movimiento, no solo filmó en suelo español diversos cortos de carácter documental («La salida de las alumnas del colegio de San Luis de los Franceses»), sino que también organizó la primera proyección pública en España. Tuvo lugar el 16 de mayo de 1896, en los bajos del Hotel Rusia, en la carrera de San Jerónimo (Madrid), con una serie de películas entre las que se encontraban las conocidas «La salida de los obreros de la fábrica» y «El regador regado».
Los Hermanos Lumière no estuvieron muchos tiempo solos en España, ya que pronto aparecieron sus principales competidores: el 30 de octubre de ese mismo año llegó a Madrid otro cinematógrafo, el Vitáscopo del norteamericano Edison, que se instaló en el teatro Romea; y al poco tiempo también desembarcó el cinematógrafo del francés Charles Pathé, junto con Leon Gaumont, uno de los primeros grandes productores de la historia del cine.
El primer cineasta español fue el catalán Fructuós Gelabert (1874 / 1955), ya que fue el primero que filmó una película con un mínimo «argumento», aunque ya se habían rodado algunas películas de carácter documental. Se trata de «Riña en un café» (1897), de unos 30 segundos de duración, rodada en el barrio de Sans (Barcelona), en la que dos jóvenes se enzarzan en una riña en la terraza de un café, son separados por el resto de clientes y terminan dándose la mano.
Las referencias citan a Fructuós Gelabert como mejor técnico y fotógrafo que cineasta o director de actores. De este modo, es el autor de algunas películas que incorporaron importantes avances técnicos en la naciente industria del cine español: en «Choque de dos trasatlánticos» (1899) se sirvió de maquetas y barcos en miniatura y en «Los calzoncillos de Toni» (1908), ambientada en un tren en marcha, utilizó el primer tambor giratorio con fondos pintados para crear la sensación del movimiento, de modo que, según girara más o menos rápido, el espectador adjudicaba una determinada velocidad al tren.
A mediados de 1910, Fructuós Gelabert fundó su propia compañía, Boreal Films, pero fracasó con sus producciones y, finalmente, tuvo que malvender sus estudios, entrando en una prolongada decadencia hasta cesar prácticamente su actividad. En 1952 fue objeto de un merecido reconocimiento como pionero de la realización cinematográfica en España, que incluyó un nuevo rodaje de su mítico corto «Riña en un café».
Pero el primer gran cineasta del cine español fue, sin ninguna duda, el aragonés Segundo de Chomón (Teruel, 1871 / Paris, 1929), al que dedicaremos nuestra próxima Fonoescena.
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