Fonoescena 9: Max Linder, el humor de situación

11 May Fonoescena 9: Max Linder, el humor de situación

 

La primera sesión pública de los hermanos Lumière —el 20 de diciembre de 1895 en una sala de París— ya incluía un corto de humor entre los diez que componían su programa: «El regador regado», con un chico revoltoso que interrumpía con el pie el flujo de agua en la manguera de nuestro regador, al que después el chorro le estallaba en la cara cuando, mientras trataba de averiguar qué estaba sucediendo, el rapaz levantaba el pie.


Este primer humor del cine, que tendrá un gran recorrido en el mudo norteamericano, se basaba en experiencias puramente físicas: golpes, porrazos, persecuciones…, en definitiva, un modelo de gag (una unidad de chiste visual sin palabras) fundamentado el slapstick o sucesión de acciones exageradas de violencia física que no tienen consecuencias de dolor o lesiones y que se utilizan como elemento cómico.


El cineasta que dio entrada al humor moderno es el francés Max Linder. Su gran novedad consistió en que no estaba basado, ni exclusiva ni fundamentalmente, en esos golpes, porrazos y persecuciones, sino en situaciones comprometidas que resultaban divertidas por lo ridículo de las mismas: en «Max pedicure» (1914), nuestro protagonista se encuentra arrodillado declarando su amor a una dama cuando irrumpe el padre la chica. Entonces Max se hace pasar por un pedicuro que está arreglando los pies de la dama, pero en ese momento el padre decide hacerse la pedicura él también.


Max Linder fue el gran actor del cine cómico mundial anterior a la I Guerra Mundial. Su verdadero nombre era Gabriel Leuvielle y comenzó con escasa fortuna en los escenarios teatrales. A partir de 1905 orientó su carrera hacia el cine y en «Les debuts du patineur» (1906), de cinco minutos de duración, apareció por primera vez el personaje que interpretará el resto de su carrera: un dandi vividor, desprovisto de malicia, que se mete en todo tipo de situaciones apuradas. La película contaba el primer día de un patinador aficionado, con la previsible sucesión de caídas y tropiezos, pero el personaje se calzaba los patines vestido con frac y sombrero de copa, una situación que ya creaba un tono humorístico antes de que empezaran los porrazos y que añadía un plus a la comicidad cuando estos llegaban.


Su periodo de esplendor correspondió a los años 1911 / 1914, en que se convirtió en el actor más popular del cine europeo. La I Guerra Mundial truncó su carrera ya que llegó participar en ella con algunas secuelas físicas (gases asfixiantes utilizados en la contienda). La falsa noticia de su muerte en el frente generó episodios de histeria colectiva, especialmente entre el colectivo femenino.


En 1916 marchó a Hollywood contratado por la Essanay, que acababa de perder a su gran figura, Charles Chaplin, donde protagonizó varias películas notables, pero la competencia del pujante cine cómico norteamericano resultó demasiado fuerte. Víctima de frecuentes estados depresivos, terminó cayendo en el consumo de drogas. El 31 de octubre de 1925, Max Linder hizo un pacto suicida con su esposa y le abrió las venas antes de hacer lo propio consigo mismo.


Max Linder, al que Chaplin citaba expresamente como su maestro, fue condenado por las generaciones posteriores al olvido, hasta que, en 1963, el documental «En compagnie de Max Linder», realizado por su hija, Maud Linder, y narrado por el famoso director francés René Clair, recuperó su figura y puso a Max Linder entre los grandes nombres del cine mudo.

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1Comment
  • José Luis Mayquez
    Publicado a las 19:32h, 11 mayo Responder

    Parafraseando a George Lucas, todo el mundo tiene talento, y tú amigo Pedro, te has movido hasta descubrirlo

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