25 Feb Unos Oscars (sospechosamente) políticamente correctos
Nunca me han interesado mucho los Oscars. No significa que mantenga una actitud de rechazo ante estos universales galardones, todo lo contrario, la mayoría de sus premios corresponden a muy buenas películas y muy buenos profesionales; y su contribución a la difusión del cine es innegable. Pero el caso es que no me han interesado demasiado y, en consecuencia, nunca había seguido su retransmisión íntegra y en directo. Anoche, en su 91 edición, fue la primera vez, aunque lo de íntegra se vio empañado por alguna (involuntaria) cabezada que convirtió la intervención de Javier Bardem en un paréntesis en blanco. Probablemente fuera a causa de ese insomnio que crece con los años, pero lo cierto es que a la hora señalada, las dos de la madrugada de España, yo andaba con los ojos como platos y me dije que era el momento de conocer de primera mano la ceremonia cumbre de ese cine que me ha estado acompañando durante toda mi vida.
Mis primeras consideraciones van a parecer un tanto frívolas, pero espero que el lector me conceda el atenuante del shock del novato. La primera es que la ceremonia, la que sucede en Los Ángeles, fue una horterada de mucho cuidado. Alucino pensando en todos estos que se quejan de nuestros Goyas… pero ¿es que no han visto nunca la entrega de los Oscars? La escenografía y los famosos que desfilaron por el escenario, los que entregaron y los que recibieron, estuvieron por lo general a la altura de una fiesta de cumpleaños con los amiguitos de nuestros hijos. Y eso sin hablar de algunos trajes o vestidos de auténtico espanto o de los agradecimientos leyendo a la carrera una lista de nombres y recordando a diversos familiares (las travesuras, taco incluido, de un juguetón Spike Lee resultaron ser lo más «rompedor» de la noche). La segunda consideración es todavía peor y se refiere al equipo de presentadores en el estudio de la cadena española —podría incluir a la pareja de desplazados en Los Ángeles, pero los dejo estar—, una auténtica tropa de mamarrachos que tocaron el cielo del esperpento cuando, después de todos los despropósitos que soltaron a lo largo de la noche, uno de ellos dijo muy serio que «Roma» era una obra maestra.
Pero pasando al aspecto cultural del tema —si es posible rastrearlo entre tanta alfombra roja y tanto glamour—, me pareció que el palmarés soporta esa losa de lo políticamente correcto que cada día sepulta más nuestras conciencias. Una lista de premios (sospechosamente) ajustada a la diversidad de raza y de género que impone una sociedad moralmente pulcra, aunque esto es, evidentemente, indemostrable y cada cual puede pensar —o sospechar— lo que quiera.
Lo que ya resulta algo más «demostrable» es que, por mucho que me parezca una buena película, y como tal lo he manifestado en este blog, «Green Book» no puede ser la mejor película del año. Ahora bien, darle además el premio al mejor guión, en detrimento por ejemplo de «First Reformed», de Paul Schrader, ya roza el delirio, el suspenso si se tratara de un examen a los académicos. «Green Book» es un ejemplar guión de manual que está perfectamente escrito, pero que sigue fielmente los pasos y normas que exigen los prontuarios (básicos) de la escritura cinematográfica. Por el contrario, me parece muy acertado el Oscar a la mejor dirección a Alfonso Cuarón por «Roma», al ser un trabajo que se lo juega mucho más en la puesta en escena que en el guión.
Extenderse en la consideración crítica de cada uno de los premios me parece una tarea bastante estéril, todas las películas que conozco de la lista son buenas películas, con buenos trabajos de sus profesionales, la cuestión es si son las mejores, tanto en la selección inicial de nominados como en la posterior adjudicación del vencedor. Sí que me detendré, en cambio, en la (curiosa) relevancia que, en esta ocasión, adquiere, en las nominaciones (premios, incluso) en el apartado masculino de la interpretación, la recreación de personajes reales, desde el Freddie Mercury de «Bohemian Rapsody», hasta el Tony Lip de «Green Book», pasando por los Dick Cheney o George Bush jr. de «Vice», el Ron Stalworth de BlacKkKlansman», e incluso un Willem Dafoe recuperando el personaje de Van Gogh. ¿Tendrá algún significado esa obsesión que parece mostrar el gran cine por el ilusorio soporte de veracidad que ofrecen los hechos reales?
Lista de algunas de las nominaciones y premios más relevantes
Mejor película
Black Panther
Infiltrado en el KKKlan
Bohemian Rhapsody
La favorita
Ganadora: Green Book
Roma
Ha nacido una estrella
El vicio del poder
Mejor director
Spike Lee (Infiltrado en el KKKlan)
Pawel Pawlikowski (Cold War)
Ganador: Alfonso Cuarón (Roma)
Adam McKay (El vicio del poder)
Yorgos Lanthimos (La favorita)
Mejor actriz
Yalitza Aparicio (Roma)
Lady Gaga (Ha nacido una estrella)
Glenn Close (La buena esposa)
Ganadora: Olivia Colman (La favorita)
Melissa McCarthy (¿Podrás perdonarme algún día?)
Mejor actor
Christian Bale (El vicio del poder)
Bradley Cooper (Ha nacido una estrella)
Willem Dafoe (Van Gogh, a las puertas de la eternidad)
Ganador: Rami Malek (Bohemian Rhapsody)
Viggo Mortensen (Green Book)
Mejor actriz secundaria
Amy Adams (El vicio del poder)
Emma Stone (La favorita)
Marina de Tavira (Roma)
Rachel Weisz (La favorita)
Ganadora: Regina King (El blues de Beale Street)
Mejor actor secundario
Ganador: Mahershala Ali (Green Book)
Richard E. Grant (¿Podrás perdonarme algún día?)
Adam Driver (Infiltrado en el KKKlan)
Sam Elliott (Ha nacido una estrella)
Sam Rockwell (El vicio del poder)
Mejor película de lengua de habla no inglesa
Capernaum (Líbano)
Ganadora: Roma (México)
Cold War (Polonia)
Never look Away (Alemania)
Un asunto de familia (Japón)
Mejor Guión Original
La favorita
Roma
Ganador: Green Book
El vicio del poder
El reverendo (First Reformed)
Mejor Guión Adaptado
La balada de Buster Scruggs
Ganador: Infiltrado en el KKKlan
¿Podrás perdonarme algún día?
El blues de Beale Street
Ha nacido una estrella
pilar orti
Publicado a las 23:10h, 25 febreroQue la realidad supera a la ficción, ya lo sabemos.
Pero es deseable que la ficción traspase la realidad, vaya un poco más lejos.
Suponer que el que sea una «historia real», la hace más valiosa en mi opinión es una equivocación.
Una historia real surge por la convergencia de varias personas y sus circunstancias.
Una ficción surge de la imaginación de un autor.
Eso sí que tiene mérito, cuando es una buena historia.
Pedro Uris Escolano
Publicado a las 12:01h, 26 febreroCompletamente de acuerdo, Pilar.