El autor: los peligros de la ficción.

21 Nov El autor: los peligros de la ficción.

 

Hace unas semanas, visitó L’Eliana, el pueblo o la ciudad (nunca sé muy bien cómo llamarle) en el que vivo, el escritor Javier Cercas, en el marco de una estimable iniciativa cultural de nuestro Ayuntamiento. Tuve la suerte de estar en el grupo organizador del evento y compartir, por tanto, algunos momentos con el autor, desde los informales de una comida en petit comité hasta los (un poco) más formales de la presentación de la película de David Trueba «Soldados de Salamina», que está basada en la conocida novela suya, pasando por los multitudinarios de la cena posterior a su conferencia. Y digo suerte porque es un autor que siempre me ha interesado por la calidad de su prosa y, especialmente, por esa permanente mirada sobre las relaciones entre la realidad y la ficción que establece en sus obras.

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En esa comida más «íntima», y en la que por tanto se podía «hablar», Javier Cercas se refirió a la proyección en el festival de San Sebastián de este año —no recuerdo si ya se había producido o iba a producirse— de una película basada en la primera novela suya, desconocida para mí, que en ese momento se encontraba descatalogada (en la actualidad se ha vuelto a editar), al hilo de la circunstancia del oportuno cambio de título que habían tenido que hacer, ya que el texto original se llamaba «El móvil», en alusión a las motivaciones de los personajes de ficción. Un significado casi unívoco en su momento, está publicada en 1987, pero que, en la actualidad, se encuentra sepultado por la denominación popular del teléfono portátil.

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En ese momento desconocía la existencia de esta película y me interesé por el director, Javier Cercas me dijo que era un realizador joven y no muy conocido, Manuel Martín Cuenca. Me temo que tenía bastante razón en lo de poco conocido, un poco menos en lo de joven, pero lo cierto es que se trata de uno de nuestros mejores cineastas actuales, con títulos tan estimables como «La flaqueza del bolchevique» (2003), la inclasificable «Caníbal» (2013), y muy especialmente el excelente documental —y éste sí que es, efectivamente, un ilustre desconocido— «El juego de Cuba» (2001).

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«El autor» se acaba de estrenar en nuestras salas comerciales y, como era de esperar, la conjunción —o la alineación, que en esto de la astrología me lío– de estos dos astros, el escritor y el cineasta, ha producido una muy interesante película (perteneciente a ese sugestivo apartado en el que todos los personajes son esencialmente negativos), que resulta pródiga en lecturas acerca de todo aquello de la realidad y la ficción que comentábamos al principio.
Este es el punto que distingue y valora a la película, más allá de que los personajes y sus diversas subtramas estén perfectamente atendidos y ensambladas, contarnos una historia en la que un autor, un creador, trata de encajar la realidad que observa, provoca y copia dentro de la ficción que está escribiendo, sin tener en cuenta que ambos universos cuentan con leyes propias. Mientras que la realidad es contingente, pues en ella puede pasar cualquier cosa, la ficción es necesaria y sólo puede suceder aquello que hemos determinado con nuestra propia ficción, todo eso de que si en la primera página aparece una pistola alguien debe morir con ella en la última.

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Eso es lo que le sucede a nuestro neurótico autor, un tipo incapaz, como tantos otros en la vida real, de asumir los límites de su talento y empeñado en construir una obra grande de la literatura. Que instalándose en los territorios de la ficción termina atrapado y sometido por esas propias leyes que ha sido incapaz de controlar, al pensar que aquello solo iba de copiar la realidad. Un genial giro final, que dota de sentido a todo el discurso y cierra genialmente una película, a la que, en mi opinión, le sobra ese epílogo en la cárcel, tan vulgar e innecesario que uno duda que se encontrara en el original literario.

Foto de Javier Cercas: Inma Fernández. 

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