01 Jun Más allá de las montañas
Otro excelente trabajo del realizador chino Jia Zhang Ke, tras esas dos joyas que fueron «Naturaleza muerta» (2006) y «Un toque de violencia» (2013), película con la que el presente film comparte una estructura de episodios, aunque en esta ocasión la historia, en su conjunto, resulta mucho más compacta. Tres episodios, situados en otros tantos momentos del tiempo, 1999, 2014 y un anticipado 2025, que el cineasta narra en tres formatos de pantalla distintos (1:33, 1:85 y 2:39), toda una singularidad en un arte centenario como el cine.
Si en la mencionada «Un toque de violencia» el realizador se servía de las particulares claves del thriller chino, más o menos asociadas al género wuxia, como puente hacia un público mayoritario, ahora el vehículo elegido es otro género de contrastada empatía con el espectador, el melodrama, con una historia de amistades y sentimientos, rotos por el tiempo y las exigencias de la vida, que recorre veintiséis años de historia de la sociedad china.
No se trata, sin embargo, del clásico film río en el que los sucesos van discurriendo uno tras otro y están atendidos con un inevitable esquematismo, sino de tres historias independientes que están narradas con todo lujo de detalles y que han sido elegidas y construidas en función de la visión global del relato que pretende el cineasta. Tres episodios y una sola historia que, a pesar de su indudable arraigo en la China del tránsito hacia el capitalismo de partido único, posee una lectura universal en tanto que nos habla de esa vida que todos vivimos y en la que el mundo real va disolviendo las ilusiones y esperanzas de la juventud.
El primer episodio está protagonizado por tres amigos, dos hombres y una mujer, y está contado, fundamentalmente, desde el punto de vista de la chica, con un conflicto amoroso que ejerce de caja de resonancia de otro mucho mayor, la aparición de las nuevas élites en la China de la transición al capitalismo de estado. La segunda adopta inicialmente el punto de vista del amigo pobre, el que sigue siendo un obrero en la China del comunismo con capitalistas, pero regresa a la mirada de la mujer del triángulo en su segunda parte. Un episodio que está marcado por la muerte, la enfermedad, la tristeza y la decepción, con todos los globos de la juventud del primer capítulo definitivamente pinchados.
Y, finalmente, el tercer episodio, el que está situado en un 2025 caracterizado en plan minimalista por unos anticipados dispositivos transparentes y un vehículo deliberadamente retro, el protagonista es el futuro. El hijo de nuestra protagonista ejerciendo de caja de resonancia de todas las decepciones y culpas del pasado, pero también con toda una vida que encarar una vez se libere de esas cadenas que, en cierto modo, toman cuerpo en la mujer madura con la que mantiene una relación. Un personaje que la película ya ha anclado en ese pasado, en el segundo de los episodios, con la escena de la boda.
Un relato, perfectamente ensamblado en sus componentes individuales y sus ecos sociales, que propicia una lectura de alcance universal acerca de sentimientos comunes a todos nosotros y que concluye en una excelente escena final que enlaza con las imágenes iniciales y completa, de este modo, un emotivo círculo que encierra en sus contornos muchas de las esencias de la vida misma.
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