
28 Mar «Santosh», de Sandhya Suri: Un maldito embrollo
Con el anodino título de «Secretos de un crimen», se acaba de estrenar —en la ciudad de Valencia solo en muy contadas salas— esta reciente producción, mayoritariamente británica y rodada en las calles de la India, que tampoco es un prodigio en su título original (las películas con el nombre de su protagonista siempre me han parecido tremendamente pobres en este apartado) y que está realizada por una joven cineasta india con apenas un par de largometrajes en su haber que, no obstante, hace gala de un envidiable oficio. La película se proyectó en el Festival de Cannes, dentro de la prestigiosa sección Un certain regard, y ha participado en numerosos festivales internacionales, en los que ha cosechado hasta seis premios, entre ellos al mejor guion en nuestro Festival de Cine Europeo de Sevilla.
Ese, sin duda esforzado, rodaje en exteriores al que hemos aludido antes constituye uno de los principales atractivos de esta película, ya que proporciona un plus de verosimilitud a una historia que está profundamente enraizada en la India contemporánea. Para nosotros, los espectadores españoles o europeos, incluso supone un aliciente añadido, ya que nos acerca unas realidades físicas muy distintas de las nuestras y, en cierto modo, cumple una antigua función que ya imaginaron los propios inventores del cine, cuando los Lumière enviaron sus operadores a diversas partes del mundo para abastecer su catálogo con producciones que satisficieran la curiosidad del espectador acerca de esos países remotos que nunca hubiera podido conocer de otro modo. Hoy las comunicaciones son muy distintas y todo está mucho más próximo, pero esta milenaria virtud del cine sigue vigente y esta película es perfecto exponente de ello.
Esa mirada puramente física se complementa con otra de gran calado social, mostrando una sociedad profundamente herida por las divisiones de castas, clases, religiones e incluso color de la piel. Un entramado de costumbres y relaciones sociales muy ajeno a nuestro universo que, en ocasiones, dificulta seguir la película por la mayor o menor falta de información que tenga cada espectador, aunque en cualquier caso siempre saldremos de la proyección con esas carencias significativamente rebajadas.
El escenario físico y el escenario social y moral de la historia perfectamente atendidos, pues, con lo que la historia dispone de las condiciones óptimas para ser contada. Y se trata de una historia muy poderosa, un relato acogido al modelo «pérdida de la inocencia», que arranca de manera modélica con la incorporación de la viuda de un policía —muerto en una revuelta con ciudadanos de religión musulmana— a los servicios femeninos de la institución, primero prácticamente como criada de sus superiores —y de las esposas de estos— y más tarde utilizada como peón decisivo en un macabro plan para evitar que unos poderosos personajes sean acusados del crimen que han cometido. La película maneja un medido crescendo del «mal» que alcanza a las clases dirigentes de la sociedad, a los que mandan y a los que aseguran su poder, una ciénaga en la que lentamente se va sumergiendo la inocente protagonista (impresionante la escena de los correazos). Pura serie negra.
Si en la película de Pietro Germi mencionada en el encabezado, el asesino era, finalmente, el más desgraciado de todos, una serie de respetables personajes que perfectamente podrían haber cometido el crimen; en esta ocasión, ese más desgraciado además es inocente. El relato termina adquiriendo, sin estridencias ni subrayados innecesarios, una dureza extrema, que se resuelve en una extraordinaria escena «final» con la conversación entre la protagonista y su superiora —el suave detalle lésbico de una escena anterior termina de justificar las motivaciones de la segunda—, plena de cinismo y complejidad.
Me hubiera gustado que la película concluyera en esa escena, pero la cineasta añade unas pocas secuencias que recuperan la figura convencional del héroe y su toma de conciencia. Es su opción y, además, está bien construida. Un buena construcción narrativa que, en definitiva, recorre toda la película, con precisos encuadres que sitúan a los personajes en su significativo entorno, una inteligente y desgarradora utilización del fuera de campo y unos oportunos recursos a los primeros planos de su expresiva protagonista. Gran película.
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