Ida Lupino: la Bette Davis de los pobres

08 Mar Ida Lupino: la Bette Davis de los pobres

 

Entre las pioneras de los primeros tiempos del cine, como Alice Guy o Lois Weber, y la frontera que marca Agnes Varda con su «Cleo de 5 a 7» (1962), momento en el que la mujer comienza, (muy) lentamente, a asumir las tareas de dirección en la industria del cine, hay un largo desierto con contadas excepciones, como Kinuyo Tanaka en Japón, Ana Mariscal en España o Ida Lupino en los Estados Unidos. Vamos a hablar de esta última, como las dos citadas, una actriz que logró dar el salto a la dirección. Muy probablemente ayudada —o ayudadas— por esta circunstancia.


Nacida en Londres, pero trasladada a los USA en 1933, con apenas 15 años de edad, tras firmar un contrato de cinco años con la Paramount, Ida Lupino nunca llegó a ser una gran estrella y la etapa más importante de su carrera se sitúa en los cuarenta y primeros cincuenta. Sus personajes tienen, por lo general, un punto áspero. Mujeres fuertes y con cierta rudeza que están interpretadas con un estilo realista y sincero. Este rasgo y el hecho de que trabajara siempre en producciones menores, hizo que se la definiera como la «Bette Davis de los pobres». En cualquier caso, siempre tendrá un sitio en el corazón del cinéfilo por títulos como «El último refugio» (Raoul Walsh, 1940), «La casa en la sombra» (Nicholas Ray, 1951), «Private hell 36» (Don Siegel, 1954), «El gran cuchillo» (Robert Aldrich, 1955) o su intervención otoñal en «Junior Bonner» (Sam Peckinpah, 1972).


Pero lo que ahora nos interesa, por lo excepcional, es su actividad como directora. En 1948, Ida Lupino y su entonces esposo, el productor y guionista Collier Young, formaron una compañía independiente, The Filmakers Inc. El objetivo de la nueva marca eran producciones de serie B (dos semanas de rodaje y un presupuesto máximo de 200.000 dólares) que abordaran con realismo temas de actualidad y cercanos al espectador. Según declaraciones de la propia Ida Lupino: «Películas que tenían significado social y sin embargo eran entretenimiento. Basadas en historias reales, cosas que el público podía entender porque habían sucedido o tenían valor informativo» / «La gente está cansada de tener la lona puesta sobre sus ojos. Pagan mucho dinero por sus entradas para el cine y quieren algo a cambio. Quieren realismo».


La marca Filmakers produjo doce largometrajes, de los cuales Lupino dirigió seis (realizaría otro más fuera de su productora). Su primera incursión en la dirección llegó en 1949, cuando el director inicial, Elmer Clifton, sufrió un ataque cardiaco (de hecho moriría de una hemorragia cerebral al poco de estrenarse la película) y no pudo finalizar el rodaje de «Not Wanted», cuyo tema era el embarazo fuera del matrimonio. Es el comienzo de una corta pero intensa carrera como directora, en la que abordó frecuentemente temas asociados a la mujer.


Su primera película como realizadora a tiempo completo es «Never Fear» (1950), con una bailarina que se ve afectada de polio y teme arruinar toda su carrera, un film que evoca la propia experiencia de la cineasta en la lucha contra la polio, ya que recién llegada a Hollywood se vio afectada por una pequeña epidemia de polio transmitida según parece a través del agua de una popular piscina. En la siguiente película, de nuevo con una protagonista femenina y también con una temática asociada, en este caso desgraciadamente, a la mujer, «Outrage» (1950), que aborda un caso de violación —aunque esa palabra no se menciona en toda la película, estamos en los años del código Hays— y supone toda una revolución, ya que se trataba de una realidad que había permanecido completamente oculta en las pantallas.


La tercera película vuelve a contar con un protagonista femenino —suma y sigue en lo inusual, porque las películas con protagonistas femeninos eran clamorosa minoría en la producción de Hollywood—, se trata de «Hard, fast and beautiful» (1951), un melodrama con una madre que presiona a su hija para que se convierta en una estrella del tenis. La siguiente ya es una película completamente de hombres, «The Hitch-Hiker» (1951), el primer noir realizado por una mujer, con un autoestopista que secuestra un coche en el que viajan dos amigos y que tiene la particularidad de dormir con un ojo abierto. Pura serie B.


Y la última (dejamos fuera de este artículo el film que, por encargo, realizaría años más tarde para otra productora) tal vez sea su mejor película: «El bígamo» (1953), con un hombre que está casado con una mujer que no puede tener hijos y tiene otra «esposa», una camarera (interpretada por la propia Ida Lupino) a la que ha conocido en sus viajes como agente comercial. Otra realidad social que estaba vetada en las pantallas comerciales en un film que resulta ejemplar en su contemplación de los personajes. No hay buenos ni malos, solo personas prisioneras de sus circunstancias. Como la vida misma.


La productora The Filmakers dejó de operar en 1955 y Lupino comenzó a trabajar como realizadora para la televisión, medio para el que dirigió más de 100 episodios en series pertenecientes a una gran variedad de géneros: La dimensión desconocida / Bonanza / El virginiano / Jim West / Las calles de San Francisco / Colombo / Los ángeles de Charlie. El director Martin Scorsese dijo acerca de ella: «Como estrella, Lupino no tenía gusto por el glamour y lo mismo pasaba como directora. Las historias que contó en sus cinco películas como realizadora eran íntimas, siempre enmarcadas en un entorno social preciso: quería hacer fotos con gente pobre y desconcertada porque eso somos. Sus heroínas eran mujeres jóvenes cuya seguridad de clase media estaba destrozada por el trauma: embarazos no deseados, polio, violación, bigamia, abuso de los padres. Hay una sensación de dolor, pánico y crueldad en cada película». Ida Lupino falleció en agosto de 1995 a causa de un ictus mientras era tratada de un cáncer de colon. Tenía 77 años de edad.

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