22 Ene Tic Tac: musical y valenciano
Tras varias semanas en el teatro Principal de Valencia, con una amplia asistencia de espectadores, recién acaba de salir de cartelera «Tic Tac», una producción de Albena —con el Institut Valencià de Cultura y la Diputación de Valencia como soportes— que obtuvo el Premio Max de las artes escénicas españolas al mejor espectáculo musical y a la que, seguro, todavía le quedan por recorrer muchos escenarios de nuestra Comunidad Valenciana. Así que el lector va a tener ocasión de verla. Y merece la pena que lo haga porque se trata de una excelente obra en la que ha participado mucho de lo mejor de nuestro teatro, comenzando por el trío de ases que componen sus autores, Carles Alberola, Rodolf Sirera y Pasqual Alapont, casi nada.
La obra es un musical en toda regla porque los números musicales no interrumpen la acción sino que, todo lo contrario, la hacen avanzar. Y no sólo eso, sino que, además, se permite dialogar algunas escenas cantando, como en las películas del gran Jacques Demy. Un musical que, como ya hemos visto en otras ocasiones en Albena y en Alberola, sabe integrar en un relato nuevo diversos «clásicos» de la ficción. No sólo ese Pygmalion que pretenden montar o ese abismo de amor odio padre hijo, con una mujer y un desliz de por medio, que forma parte de nuestro imaginario de consumidores de historias, sino también otras referencias más localizadas, como ese autor al borde de la muerte que sólo quiere que siga el espectáculo y que nos recuerda al protagonista del film de Bob Fosse «All that jazz» (1979) o, sobre todo, el planteamiento / escenario en que sitúa personajes y conflictos que nos remite al film de Minnelli «Cautivos del mal» (1952), con un director de cine que pretende reunir para su nueva película al equipo que dejó en la estacada en su último trabajo. Al fin y al cabo, los grandes conflictos y los grandes personajes ya están todos inventados y lo importante es saber manejarlos dentro de otra historia y eso es algo que Albena, Alberola y Tic tac hacen a la perfección.
Y junto a esta improvisada seña de identidad, otro tema apasionante y recurrente en la obra de Albena / Alberola, las relaciones entre la realidad y la ficción, y la necesidad que tenemos los humanos de la ficción para vivir. Un sugestivo tema que está planteado y resuelto con especial brillantez y emotividad, hasta concluir en un homenaje final a la profesión del teatro valenciano con ese audiovisual que se proyecta en un inesperado epílogo (tras aplausos) y que está encajado a la perfección dentro del lenguaje teatral.
Una gran obra, más de dos horas de muy buen teatro, que tiene como cabeza visible a ese gran «monstruo» del teatro valenciano que es Carles Alberola… al que puede que algunos reprochen que «sus» obras dependan en exceso del poderoso personaje que se reserva para interpretar… claro que eso también lo decían de Orson Welles y, la verdad, es que nunca les hemos hecho mucho caso.
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