Dos musicales en Barcelona

09 Nov Dos musicales en Barcelona

 

Desgraciadamente, el gran teatro se representa en Madrid y en Barcelona. Que no se ofenda nadie del teatro valenciano porque con lo de “gran” solo me refiero al tamaño de la producción. En Valencia no existen las condiciones sociales, políticas y económicas que lo hagan posible y grandes (esta vez por su “talento”) compañías valencianas como Pavana o Dependent sufren demasiado cuando el “tamaño” de sus espectáculos supera los pobres márgenes que impone la sociedad valenciana. Así que nos hemos ido un fin de semana en Barcelona para ver dos musicales de altura a cargo de un par de compañías con muchas estrellas en esto del teatro: Dagoll Dagom y La Cubana.

 

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El primero de ellos, el de Dagoll Dagom, es “Scaramouche”, en cartel hasta final de año, una adaptación libre y en clave musical de la novela escrita en 1921 por Rafael Sabatini, un autor de origen italiano aunque con obra en inglés, que ya había sido llevada al cine por la Metro en los años cincuenta con Stewart Granger como protagonista.

 

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Un gran espectáculo con música en directo desde el foso del teatro y con un extraordinario despliegue de talento en escena, que disculpan por completo los lances demasiados evidentes de una trama folletinesca con los ideales de la Revolución Francesa como eje moral de la historia. No es esa la cuestión, se trata de un musical a imagen y semejanza del género en Broadway y en este aspecto el montaje cumple con creces las expectativas.

 

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El segundo, el de La Cubana, se titula “Gente bien” y estará en cartel hasta después de Reyes. También es un musical y también se inspira lejanamente en una obra de principios del siglo pasado, el sainete del mismo título escrito por Santiago Rusiñol en 1917, que ironizaba acerca de los nuevos ricos y su jocoso encaje en la alta sociedad catalana de la época.

 

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El espectáculo de La Cubana recoge la anécdota del original pero sus caminos son otros muy distintos y desde luego mucho más complejos, con un giro genial a la media hora de función que, sin perder el colorido y la brillantez de los números musicales, nos sumerge en una emotiva reflexión acerca del proceso de creación en la escena, de los raquitismos que impone la actual situación de la cultura en España y de la propia historia de la compañía. Una lectura, esta última, en la que la obra alcanza sus mayores cotas de emoción y significado. Sin duda estamos ante uno de los grandes montajes de los últimos años.

 

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Fotos: Inma Fernández

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