29 Oct Maribel Fuertes, poeta en L’Eliana
Maribel Fuertes es una persona muy activa social y culturalmente. Ha trabajado como reportera gráfica durante muchos años en el (hasta el momento) desaparecido Canal 9, la televisión pública de todos los valencianos, y siempre ha participado en diversas iniciativas culturales. Ya en los años ochenta animó unas tertulias filosófico existenciales en la ciudad de Valencia y aquí, en L’Eliana, en su pueblo, fundó la JAM Poética, de la que ha sido presidenta durante varios años, y en la actualidad sigue dirigiendo su correspondiente prolongación en Radio Turia, nuestra radio municipal. Es también autora de dos poemarios, Calle Baja (2011) y La penúltima selva (2014). Ahora llega con su tercer libro bajo el brazo, reVerso, que se presentará el viernes 4 de noviembre en la sala polivalente de la Escuela de Adultos de L’Eliana. Con este motivo he estado un rato con ella para ver si lograba explicarme ese misterio que es la poesía.
Ya vas por tu tercer poemario publicado. ¿Cómo empezó tu relación con la poesía?
Mi relación con la poesía viene de muy lejos, ya desde niña me llamaban la atención los poemas, leerlos y sentirlos. Me identificaba fácilmente con los sentimientos del poeta y me emocionaban profundamente. Y desde que tuve que leer en clase una poesía, que por cierto, cómo no, era de Gustavo Adolfo Bécquer, ya no he dejado de leer y admirar este arte. Luego ya vino lo de comenzar a escribir poemas, tendría unos 17 años. Mi primer poema lo escribí en la Calle Baja de Valencia, en un café… llovía.
¿Escribir poesía requiere una constancia casi cotidiana o sólo se produce en épocas o momentos de mayor intensidad creativa?
Quizá al principio ocurre esto, que lo haces en las épocas de más intensidad, desazón y euforia. Eso es lo que opinan algunos pero yo no pienso así. Llega un momento en el que necesitas escribir cada día o casi cada día y es entonces cuando te tomas en serio la disciplina de escribir y trabajar la poesía, de tomarte la tarea de gestionar las emociones de una forma más profesional. No hay que esperar a que te llegue la inspiración, hay que buscarla y laborarla constantemente.
Vamos, que es como en cualquier proceso de escritura, el talento sin un trabajo constante no vale para nada…
Quién escriba sólo en esas épocas intensas que no se llame poeta. Detrás de cualquier disciplina artística hay muchas horas de estudio, trabajo e investigación. También es verdad que en épocas más eufóricas estás más fructífero pero, en mi caso, he comprobado, a veces, todo lo contrario, en épocas caóticas he estado completamente bloqueada, he necesitado de un tiempo para digerir y procesar… para luego, con el tiempo, volver a construir poemas. En cualquier caso mi respuesta es sí, requiere constancia cotidiana o casi cotidiana.
He asistido a diversos talleres y seminarios sobre escritura, especialmente de la audiovisual. Y en estos momentos soy el monitor de un taller de escritura creativa. ¿La poesía también se puede aprender?
Sí, se puede aprender, como todo en esta vida. Pero para llegar a buen puerto dependerás de varios factores: Primero que todo, que haya una predisposición real, ser hábil con la escritura, tener un toque de apreciación y observación bastante acentuado y una sensibilidad por encima de la media.
Eso que llamamos talento y que el diccionario define como aptitud para determinada ocupación.
Pero no hay que engañarse con lo de la “sensibilidad”. Hay gente muy sensible a la que le es imposible escribir poesía.
He leído que la poesía te enfrenta con tus propios fantasmas interiores. No sé si es así, aunque en la escritura de ficción algo hay de eso. ¿Te has encontrado tú con esos fantasmas?
Por supuesto que me he encontrado con esos fantasmas interiores y además creo que la poesía es uno de los géneros más proclives a ello. A veces son tu base de inspiración, porque los sufres en presente y otras, para mí las más duras, ni te los planteas al inicio del poema y de repente surgen, te encuentras con ellos, y los lloras y los sufres, les das batalla, te enfrentas a ellos y…, al final, después del desgarro y al acabar el poema, llega una buena dosis terapéutica. En mi caso, la poesía es beneficiosa y me ha salvado de muchos naufragios.
Una curiosidad de escritor… en la escritura de ficción te puedes marcar un objetivo de tantas páginas diarias, cuando estás escribiendo una novela, por ejemplo, pero un poema puede ocupar unas pocas líneas, con lo que no se trata de una escritura “física” prolongada. ¿Cómo se hace eso? ¿Se reescribe muchas veces un poema?
Primero una idea, como en toda creación, aunque a veces vienen de la nada, aparentemente. La poesía se inicia con una palabra, un verso. En mi caso se inicia, muchas veces, con una imagen. A partir del primer verso tienes que seguir construyendo, hasta que llegas a tener el poema completo. Y sí, se medita, se reescriben partes de él, pero nunca entero, pues se puede perder la inspiración primera y dejar de tener el sentido… dejar de ser el que era. Se repasa el ritmo, la lingüística, la construcción de las estrofas, la sonoridad, el impacto emocional que te causa, para así poder llegar al lector. Así pues, un poema puede, a veces, no estar terminado durante algún tiempo, pero no es lo habitual, no es usual dejarlo aparcado e inacabado. Antes de comenzar con otro debes finalizar el que llevas entre manos. Además de leerlo en voz alta muchas veces y ponerte en la piel de la persona que pueda leerte o escucharte.
De todos modos, pienso que en poesía es más fácil que se produzca esa situación en la que escribes una obra de un tirón, que no puedes parar.
También, pero son las menos. En esas ocasiones los poemas surgen como un torrente y quedan para la posteridad tal cual ha sido la primera escritura. Pero, a pesar de eso, a mí me gusta siempre estudiarlos y sacar lo mejor de ellos. Y sacar lo mejor de mí para ellos.
“reVerso” es el cierre de una trilogía. ¿Qué has pretendido con ella? ¿Qué aporta esta última entrega?
Sí, es el final de una trilogía, pero de eso fui consciente cuando por casualidad me encontré con poemas que me evocaban pasajes pasados, palabras que fueron escritas con un significado entonces y volvían a surgir en las inspiraciones presentes. Fue toda una sorpresa y entonces decidí presentarlo como el final de una trilogía, porque este libro no hubiera llegado a ser de no haber existido los otros dos, “Calle Baja” y “La penúltima selva”. De hecho les hago un guiño a estas dos obras en forma de fotografías y de mini-poemas, pero en realidad están presentes en muchos momentos de “reverso”.
Una especie de final de camino, antes de emprender otros.
Algo así, pretendo plasmar el estado en que me encuentro e identificarme con el lector y trasmitirle la reflexión necesaria, la filosofía aprendida por el camino. Llamar la atención sobre las cosas, los sentimientos, los hechos y emociones que no están a la vista, de las cosas sencillas, detalles que influyeron en todos nosotros y por eso somos ahora. Hablo del reverso, del reverso de las emociones. Aporta, a mi modo de ver, frescura, sentido del humor, mucha filosofía y, sobre todo, aporta evolución y ganas para seguir haciéndolo lo mejor posible. No nos olvidemos que la poesía tiene mucha fuerza y es un arma muy importante y poderosa.
Publicar nunca es fácil y que tu obra se distribuya bien todavía menos. ¿Cómo ha sido tu experiencia editorial con la poesía?
Así es, no es fácil y sobre todo poesía. Son pocas las editoriales que apuestan hoy en día por publicar este género. Por eso es de agradecer a editoriales como Neopàtria el que sigan dando oportunidades para hacerlo. Y, sobre todo, es difícil publicar el primer libro, después la cosa ya viene más rodada en la medida en que vas siendo valorada en este mundillo poético. La distribución del libro no es muy extensa, puesto que la poesía no tiene mucha salida en ventas, y la principal distribución la vas haciendo presentación a presentación, directamente, frente al público y frente a tus futuros lectores.
¿Dónde podemos encontrar tu poemario?
El libro se puede encontrar en librerías de Valencia (Tres i Cuatre o la Casa del Libro) y por supuesto en L’Eliana, en la librería Montaner, también en todas las demás librerías del pueblo: Offiprint, La Plaça…
Has sido la creadora y durante varios años la presidenta de la JAM poética de L’Eliana. ¿Cómo se te ocurrió esa idea?
La Jam Poética salió de una cabecita perjudicada, la mía, por el mal momento emocional y de crisis en el que estaba inmersa, por culpa de un proceso laboral largo y tedioso. Pero también podía haber surgido de un estado positivo y eufórico, pero las circunstancias eran las que eran. Surgió como alternativa y tabla de salvación a mi estado agónico y desesperado. Para huir de la realidad y construir un refugio, para relacionarme con la gente que, como yo, disfrutaba y le apasionaba la poesía.
Pero no era fácil ponerla en práctica.
Ya había creado en el pasado otras tertulias filosófico-existenciales. Maduré la idea asistiendo a reuniones poéticas en Barcelona y en Valencia. Y así es como comenzó todo, después se convirtió en un verdadero fenómeno de asistencia y participación en L’Eliana. Un evento cultural mensual a tener en cuenta, muy en cuenta. Llegaron a haber reuniones de un nivel altísimo y vinieron a aportar sus creaciones compañeros de todas partes.
¿Cómo ha sido esa experiencia?
Una experiencia maravillosa, sin duda. Al cabo de un año de estar funcionando, la Jam Poética se convirtió en Asociación Cultural y he sido su Presidenta durante cuatro años y medio.
¿Tienes algún proyecto en el cajón?
Siempre tengo proyectos, soy una “polvorilla” como me llamaba mi padre. Mi idea ahora es seguir escribiendo, porque eso no puedo dejar de hacerlo, forma parte de mi forma de entender la vida, pero sin ningún proyecto definido para ser publicado… de momento.
¿Y fuera de la escritura?
Sí, tengo proyectos relacionados con la fotografía, la que ha sido mi profesión y mi pasión junto con las letras. Ahora estoy en un proceso de buscar ideas y trabajarlas, procesarlas y saber exactamente lo que quiero. Me meto de lleno otra vez en el mundo “del otro lado”, al otro lado de la cámara, en esa visión necesaria que me da vida… Quizá en el “reVerso” vuelva a encontrar y a capturar las instantáneas que me hacen falta y así poder compartirlas algún día con todos vosotros.
Fotos: Inma Fernández
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