Elecciones repetidas

28 Abr Elecciones repetidas

 

Cinco meses después de que nuestros políticos conocieran el resultado de las elecciones generales y, por lo tanto, supieran cuáles eran las opciones para formar un gobierno, se dan cuenta de que esto no es posible y deciden convocar nuevas elecciones. Cinco meses cobrando del erario público por hacer un trabajo que finalmente no han hecho.

La repetición de las elecciones generales constituye un rotundo fracaso. Pero no de la política y la democracia. Ni siquiera de la clase política en general, sino de unos políticos con nombres y apellidos, los diputados que integran el actual Parlamento (de los senadores en vigor mejor no hablo, no sea que me imputen algún delito). De esos diputados a los que llaman la vieja política y de esos que se dicen la nueva política, todos hermanados por idéntica incapacidad.

Unas nuevas elecciones que nos van a costar unos 160 millones de euros, una partida del presupuesto que nadie parece tomar en consideración, ni los “viejos” ni los “nuevos”, ni los que recortan en derechos sociales ni los que recortarían en otras partidas. Este tijeretazo les hermana de nuevo. Y es que un buen bocado de estos millones va a parar directamente a las arcas de los partidos que obtengan representación parlamentaria. No está mal pensado, dobles elecciones, doble financiación…

Vale que la tarea no era (muy) sencilla, que los ciudadanos habíamos dejado un arco parlamentario tan fragmentado que incluso hacía imposible una mayoría absoluta a dos bandas, pero ese era el mandato electoral, unas veces sencillo y otras más complicado, y los políticos elegidos tenían la obligación, para eso se les elige y se les paga, de hallar una fórmula de gobierno que fuera coherente con lo que habían dictado las urnas.

Y no me vale que algunos digan que se presentaban programas políticos incompatibles. Eso sólo es cierto si alguien piensa que va a imponer todo su programa electoral con apenas el 20% de los votos. Claro que existen puntos comunes y, especialmente, puntos intermedios, como siempre en la vida. Lo que pasa es que hay que pensar en el interés general de los ciudadanos y no en el particular de los partidos. Los ciudadanos no somos incompatibles, votemos a una u otra opción política. Los que se dicen incompatibles son los políticos… al menos estos de ahora, los del actual parlamento, con sus nombres y apellidos.

¿Y ahora qué? ¿Otra campaña electoral para volver a votar a finales de junio, más de siete meses después de las primeras elecciones? ¿Tanto tiempo para qué? Otra vez a escuchar, en el mejor de los casos, los mismos discursos; o, en el peor, escuchar cómo se echan la culpa los unos a los otros de la repetición de las elecciones. ¿De verdad piensan que los ciudadanos, la gente que dicen algunos, somos tan bobos y tan sufridos que tenemos que escuchar todo esto otra vez? La respuesta es que parece que sí, que deben pensarlo porque vamos a tener que escucharlo todo otra vez.

Si al menos, como apunta la genial viñeta de EL Roto aparecida en El País de hoy, 28 de abril, que sirve de imagen a estas reflexiones, se presentaran otros candidatos, porque los actuales ya hemos averiguado que no saben hacer la faena para que se les elige, gobernar… Pero seguro que aparecen las mismas caras en los mismos carteles.

Y que nadie piense que esto es una llamada a la abstención (por más que lo que se merecen es que no votáramos nadie), ya que, en ningún caso, debe ocurrir que una minoría, los que vayan a votar, decida la suerte de todos. Aunque tengamos que votar a los mismos…

1Comment
  • Emma
    Publicado a las 13:57h, 28 abril Responder

    Ahora esperan de nosotros el trabajo que ellos no han sabido hacer. A ver si con algunos cambios en los votos, se lo ponemos más fácil para que puedan pactar… pero, eso sí, la victoria y el esfuerzo siempre se lo subrogarán ellos…

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