La fracción china

12 Sep La fracción china

 

«Siendo una novela sobre la mentira y la hipocresía en la que el ser humano suele cabalgar a diario, en el fondo estamos en una novela sobre el amor». (Ricardo Quintana, www.noirestyle.org)
Un científico noruego ha descubierto un compuesto que mejora exponencialmente la salud inmunitaria. Las pruebas de laboratorio han resultado satisfactorias. Tiene en sus manos, pues, el futuro de la humanidad, pero él solo piensa en la mujer de la que siempre estuvo enamorado y que se acabó casando con su mejor amigo. Veinte años antes los tres fueron inseparables cuando coincidieron en el Centro de Investigaciones Biológicas de Madrid. Ahora, ella es la vicerrectora de una universidad madrileña y él llega para ofrecerle realizar en esa institución el ensayo en humanos. Está convencido de que eso le abrirá de nuevo la puerta de esa mujer. Pero sin pretenderlo también va a abrir otras puertas, las ambiciones de las multinacionales farmacéuticas, y los voluntarios que participan en el ensayo comienzan a morir sin que nadie comprenda la causa.


Esta novela es nuestro tercer thriller científico, tras «Maná» y «El Síndrome de Herodes». Un misterio que resolver y unos personajes que deben saldar una deuda que lleva veinte años esperándoles. Una historia que nos hará descender a las simas de los personajes. Ninguno es esencialmente bueno ni esencialmente malo, simplemente son humanos. Una historia que también nos conducirá por diversas ciudades como Oslo, Ginebra, Madrid, Roma o la pequeña playa valenciana de Alcossebre. En todos esos lugares hemos estado antes de que pasaran por allí nuestros personajes. Para poder sentirlos y así después poder contarlos. Como ese parque de Oslo que aparece en la primera foto y que resultará clave en el arco dramático de nuestros personajes. O como esa otra escultura de la segunda foto, que flota en la pequeña bahía que hay frente al Museo Munch y que avanza con su título, «She lies / Ella miente», el hilo profundo de nuestra historia: Todos mienten.


Pero esta novela también pretende divulgar una cuestión científica referida al envejecimiento de la población mundial y al desarrollo de productos que nos permitan tener una senescencia más saludable. La necesidad de reducir la inflamación en las personas mayores, que es la responsable de múltiples problemas de salud durante el envejecimiento. Misterio, ciencia y personajes, esa es la propuesta de esta novela.
Fotos: Inma Fernández.

1Comment
  • Ricardo Quintana
    Publicado a las 10:47h, 23 septiembre Responder

    No sé si fue en la presentación de [b]La víctima incierta[/b], novela en solitario de [b]Pedro Uris[/b] o en algún comentario escrito sobre no recuerdo qué obra, cuando dije ser tan solo capaz de reconocer a escasos autores sin necesidad de ver previamente sus firmas. Estos son [b]William Faulkner, Frank Kafka, Javier Marías, Pedro Uris[/b] y quizás alguien más que duerme en el olvido. Este pensamiento me llegó cuando llevaba leídas unas 50 páginas de las 290 que tiene la novela; o lo que es lo mismo, 4 capítulos de los 26 totales. Y me llegó porque me dije «este no es mi [b]Pedro Uris[/b] que me lo han cambiado». Noté en esos 4 primeros capítulos cierta precipitación en la escritura, cierta dejadez en la composición, en la construcción de los tiempos, cierta falta de cuidado literario. Evidentemente era necesaria esa presentación de los personajes centrales, conocer sus antecedentes, posicionarlos en el tablero, pero, no sé, aquello no funcionaba, me veía atrapado en un círculo de información de los que me costaba salir. Para ser transparente diría que me estaba asfixiando. ¿Quizás demasiados nombres? ¿Quizás demasiados datos? Tendría que leer esos capítulos nuevamente para saber si mantengo o cambio mi opinión. La conclusión que saco es que a los autores les pudo el ansia de entrar «en materia» rápidamente, de introducir el meollo del asunto lo antes posible.

    Pero a partir del capítulo 5 la novela arranca y el estilo [b]Uris/Ramón[/b] (más [b]Uris[/b] que [b]Ramón[/b] porque las constantes que definen sus obras se encuentran también en las que[b] Pedro[/b] ha escrito en solitario) reina en ellas con la misma calidad que las precedentes, [b]El síndrome de Herodes[/b] y [b]Maná[/b]. La frase final con la que se cierra cada capítulo invitando a proseguir la lectura, la inclusión del propio [b]Pedro Uris[/b] como personaje escritor, alguna que otra anticipación de acontecimientos futuros (aunque menos que otras veces), la minuciosa descripción de los lugares donde se desarrolla la acción, la presencia de un escritor comprometido con la izquierda política y, sobre todo, hacer que el lector inculto e ignorante de todo lo que sea biología sea capaz de entender a la perfección el comportamiento de esta ciencia, son constantes que hacen fácilmente identificable la obra de estos autores.

    [b]La fracción china[/b] es una buena novela. No llega a tener el climax, el suspense, la acción de sus antecesoras [b]El síndrome de Herodes[/b] y [b]Maná[/b], ni falta que le hace, pero las mejora en el retrato de sus personajes. De ellos destacan las historias humanas de amor/desamor entre padre/hija enfrentados y entre hombre/mujer separados por la distancia. Siendo una novela sobre la mentira y la hipocresía en la que el ser humano suele cabalgar a diario, en el fondo estamos ante una novela sobre el amor. Aquí, junto a todo el tema relacionado con la biología, es donde verdaderamente brilla [b]La fracción china[/b]. La explicación en el capítulo 23 de [b]Esben[/b] a [b]Lupe[/b] sobre la razón por la que la ha citado en el mirador de ese parque es de una gran belleza descriptiva, la mejor declaración de amor imaginable; todo un hallazgo literario cuyo embrión paladeamos en el excelente capítulo 9. Que [b]Pedro Uris[/b] me perdone, pero esta creatividad es lo que eché de menos en esos primeros cuatro capítulos. Cuando se es capaz de hallar recursos como este, hay que ser exigente con el autor.

    Antes comenté que esta novela trata fundamentalmente sobre la mentira y la hipocresía. La mentira como medio para obtener lo deseado, tanto en el apartado personal (adulterio) como en lo profesional (obtención de un objetivo al precio que sea, simulación de lo hecho). Y la hipocresía como ese acto en el que un individuo se comporta de forma contraria a los valores sostenidos cara a la galería, práctica habitual en las clases políticas según nos desayunamos a diario. Aunque en un momento determinado cierto personaje achaca a las derechas este comportamiento, el hecho es que tanto [b]Lupe[/b] como [b]Garrido[/b], su mentor político del partido «progresista» que la apoya, nadan en la hipocresía más absoluta en esa conversación en [b]Casa Manolo[/b]. [i]No importa como sucediera, ahora la realidad la creamos nosotros[/i], comenta ese político como vía zanjadora del grave problema creado. La historia no solo la narran los vencedores sino que las crea quienes detentan el poder desde un absolutismo disfrazado de democracia. Este meter el dedo en una de las llagas por la que sangra este pais es otra de las virtudes de esta novela. A lo largo de 290 páginas queda expuesto en toda su dureza y con toda claridad el océano de mentiras e hipocresías en el que navegamos. [b]Pedro Uris[/b] extrapola a su papel de autor los valores que como persona ha defendido a lo largo de su vida, los de la izquierda más auténtica y honesta; de ahí que esta novela no caiga en el detestable defecto del maniqueismo.

    [color=#FF0000]ENHORABUENA A LOS AUTORES. [/color]

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