La ley del silencio: Elia Kazan versus Arthur Miller

11 Jul La ley del silencio: Elia Kazan versus Arthur Miller

 

El 20 de junio de 1954 se estrenó en Japón «On the waterfront», una conocida y justamente reconocida película del maestro Elia Kazan, y algo más de un mes más tarde, el 28 de julio, lo haría en los USA (en España se estrenaría como «La ley del silencio»). Se cumplen, pues, 70 años desde que este film se proyectara en las salas de cine. Un relato impecablemente narrado e interpretado (Marlon Brando, Rod Steiger, Lee J. Cobb, Karl Malden, unos extraordinarios actores), con algunas escenas antológicas (la conversación final de los dos hermanos en el coche) y esa tremenda fuerza expresiva y emocional característica del cine de Kazan. Sin embargo, la película fue acusada de constituir una justificación de las delaciones durante el periodo de la caza de brujas del senador McCarthy (entre ellas las del propio Kazan), generando una polémica entre el cineasta y su antiguo amigo y colaborador, el dramaturgo Arthur Miller, que superó a sus protagonistas y adquirió una proyección social sobre el conjunto de la sociedad norteamericana.


Elia Kazan había ingresado en el Partido Comunista en 1934, durante su etapa en el Group Theatre, y lo había abandonado dos años más tarde. Fue llamado a declarar por el Comité de Actividades Antiamericanas el 14 de enero de 1952, cuando ya gozaba de un amplio prestigio en el mundo del espectáculo, tanto comercial como artístico, por sus montajes teatrales, por su participación en el Actor’s Studio y por sus últimas películas («Un tranvía llamado deseo» y «Viva Zapata»). En esta primera declaración reconoció haber militado en el Partido Comunista durante diecinueve meses, pero se negó a proporcionar nombres de antiguos camaradas.


El 10 de abril de ese mismo 1952 compareció de nuevo y, voluntariamente, leyó ante la comisión una extensa declaración dividida en tres partes: 1. Sus actividades como miembro del partido en el interior de la célula del Group Theatre y en otras organizaciones sociales que, en el momento de su declaración, ya estaban consideradas como subversivas. 2. Su participación en movimientos sociales tras su ruptura con el partido. 3. El análisis, una por una, de todas sus obras teatrales y cinematográficas hasta la fecha para acreditar su carácter «no subversivo». Esta relación la cerraba con su última película, «Viva Zapata», realizada ese mismo año, a la que calificaba expresamente de anticomunista. A lo largo de esta declaración, Elia Kazan mencionó a ocho de sus antiguos camaradas del Group Theatre, a cuatro del sindicato de trabajadores del teatro y a tres funcionarios del partido. Una de estas personas ya había fallecido y algunas otras ya habían sido denunciadas en otras comparecencias ante el Comité.


Esta declaración supuso una drástica ruptura con su amigo el dramaturgo Arthur Miller, del que había llevado a escena sus obras «Todos eran mis hijos» y «Muerte de un viajante». Los siguientes trabajos de ambos autores dejaron constancia de sus contrastadas posiciones. Elia Kazan realizó «Man on a tightrope / Fugitivos del terror rojo» (1952), con una compañía de circo que trata de escapar de la Checoslovaquia comunista, una película muy simplona y grosera, que casi parece una penitencia obligada del cineasta. Y a continuación «La ley del silencio» (1954), que le valió su segundo Oscar al mejor director. Una historia protagonizada por un estibador que termina denunciando a los capos que controlan el sindicato como una organización mafiosa. Una apología de la delación que, si bien aparece justificada por la inequívoca maldad de los delatados, introduce un subterráneo componente «anticomunista», al tratarse de un sindicato. Aunque muchas de las cosas que cuenta, lo más probable es que estuvieran sucediendo en algunos de esos sindicatos.


Por su parte, Arthur Miller estrenaría primero «Las brujas de Salem» (1953), una alusión más que directa de la caza de brujas en curso; y más tarde, casi en contestación al film de Kazan «La ley del silencio», estrenaría «Panorama desde el puente» (1955), con un estibador que siempre ha respetado la norma de no delatar a los inmigrantes ilegales que llegan, pero que finalmente los denuncia para evitar que uno de ellos termine casándose con su hija. Si en la película de Kazan, el delator es elevado a la categoría de héroe, en la obra de Miller es descendido a la de escoria. Arthur Miller, que nunca perteneció al Partido Comunista, fue llamado a declarar en junio de 1956 y reconoció haber participado en actividades organizadas por el Partido Comunista, pero se negó a dar ningún nombre. Volvió a ser citado en febrero del año siguiente y al persistir en su negativa de delatar a nadie fue juzgado por desacato al Congreso y condenado a un año de cárcel, aunque finalmente el Tribunal de Apelación anuló la sentencia y no llegó a ingresar en la cárcel.


La oposición Kazan / Miller, que se convirtió en símbolo de un conflicto entre la Traición y la Honestidad, tuvo una simbólica reconciliación en 1964 cuando Elia Kazan llevó a los escenarios de New York la obra de Arthur Miller «Después de la caída», un texto escrito al poco de la muerte de su esposa Marilyn y con cierto contenido autobiográfico.

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