Laurel & Hardy

14 Mar Laurel & Hardy

 

Stan Laurel y Oliver Hardy, entre nosotros el Gordo y el Flaco, no sólo son una de las parejas más célebres de la historia del cine sino que casi me atrevería a afirmar que constituyen la primera de esas parejas. Y si me equivoco será por muy poco. En cualquier caso, fijan, con muchos años de anterioridad a que los teóricos las enuncien, las reglas que rigen en el audiovisual para las parejas coprotagonistas —se entiende como tales aquellos binomios (que se dice ahora) que tienen el mismo objetivo y a los que les afectan de igual modo los obstáculos que impiden la consecución de este objetivo— y que, en esencia, se reducen a la notoria oposición que debe existir en sus respectivos caracteres o actitudes ante el mundo (la Kate y el Bogart de La reina de África, John Wayne y William Holden en Misión de audaces, etc.). Un contraste que, en su caso, ya queda especialmente patente en su propia constitución física pero que se extiende a diversas facetas de su personalidad.


Sin embargo, no comenzaron como pareja y, aunque coincidieron en algún corto lo hicieron como simples compañeros de reparto y muchas veces sin ni siquiera compartir escena, no será hasta 1927, la leyenda dice que a iniciativa del realizador Leo McCarey, cuando se unirán como tal para el productor Hal Roach, componiendo un trío que comprende la mayor parte de la carrera de la pareja.


Stan Laurel (Inglaterra, 1890 / Santa Mónica, 1965) comienza en el cine en 1917 y, antes de su encuentro con Oliver Hardy, protagoniza una serie de cortos en los que también asume algunas funciones de gagman y de realizador, una faceta que, según parece, continuó desarrollando, con mayor o menor intensidad, a lo largo de la carrera de la pareja.


Oliver Hardy (Estados Unidos, 1892 / Los Angeles, 1957), en cambio, llega al cine unos años antes, pero sin asumir papeles protagonistas. Comienza como simple figurante, entre 1913 y 1916, y ya como actor acreditado a partir de 1917, especialmente en cortos de Buster Keaton y Larry Semon, muchas veces en papeles de matón o villano por las condiciones de su físico, medía 1’90 y pesaba 125 kilos.


Su experiencia como pareja cómica comienza, como hemos apuntado, en 1927, en los albores del sonoro, y, dentro de la etapa muda, realizan numerosos cortometrajes que constituyen unas de las cumbres del cine mudo norteamericano por su humor feroz y surrealista, con títulos tan geniales como The battle of the century (1927), con una monumental guerra de tartas, y Big Business (1929), un delirante manual de destrucción.


Son de los pocos actores que lograron superar el paso al cine sonoro —incluso les permitió añadir un nuevo elemento de contraste a la pareja coprotagonista, el impecable acento inglés de Laurel frente al sureño de Hardy—, un abismo que se tragó a muchos de sus compañeros, aunque, finalmente, su carrera se agotará en la segunda mitad de los cuarenta. Hasta entonces realizaron numerosos largometrajes en los que el gag del mudo convive con el humor verbal del sonoro y que se sitúan dentro de la screwball comedy (la comedia alocada) de los años treinta, aunque sin alcanzar las cotas de delirio de los Marx. Esta parte sonora de su carrera es la que les proporcionará mayor popularidad, aunque, en mi opinión, resulta menos interesante que su etapa muda y los grandes momentos sólo se pueden encontrar de forma aislada en escenas concretas y en películas concretas.


La trayectoria de estos geniales pioneros de la comedia universal llega ahora a la pantalla con la película británica Stan & Ollie, realizada por John S. Baird e interpretada, estupendamente según las referencias, por John C. Reilly y Steve Coogan.

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