23 Oct Blade runner 2049: De comparaciones, remakes y secuelas
El reciente estreno de «Blade Runner 2049» ha provocado entre los aficionados una natural necesidad de comparación con el legendario original de Ridley Scott. Una confrontación que, sin embargo, no debería ser tan natural pues, en este caso, se trata de dos historias distintas, por más que el film de Denis Villeneuve, un cineasta de mucha mayor solvencia que el siempre sobrevalorado Ridley Scott, recree conscientemente espacios, tonos e incluso personajes del primero.
El concepto de remake debería ceñirse, en exclusiva, a la revisión / repetición de un film nacido como historia original y no debería aplicarse a aquellas películas que, sucesivamente, se inspiran en la misma obra literaria. Basadas, por lo tanto, en una historia que ya existía y, en consecuencia, despojadas de esa categoría de original. En el primero de los casos casi me atrevería a afirmar que existe una ley universal que dice que cualquier remake es peor que el original: ningún King Kong le llega a la suela del zapato del film de 1933; mientras que en el segundo esta ley se disuelve y deja de existir, pues tan admirable es el «Drácula» de Tod Browning en 1931, como el que realizó Terence Fisher en 1958 o el «Nosferatu» de Werner Herzog en 1979. Supongo que habrá excepciones a estas improvisadas leyes pero, de momento, no se me ha ocurrido ninguna.
«Blade runner 2049» no pertenece, en cambio, a ninguna de estas dos categorías pues, como hemos apuntado, funciona como historia original e independiente, a pesar de esos intencionados vínculos que mantiene con el original y que ninguno de sus incondicionales le hubiera perdonado que traicionara. No obstante, la comparación entre ambas parece ser inevitable. Tan inevitable como estéril me atrevería a afirmar, porque se trata de dos buenas películas aunque, en mi opinión, ninguna de ambas esté tocada por la magia de las grandes obras. Una afirmación que estoy convencido que muchos aceptarán en el caso de la película que ahora se estrena pero que me temo rechazarán con énfasis en el caso del original de 1982.
«Blade runner» (Ridley Scott, 1982), tuvo el gran mérito de encajar perfectamente las mejores constantes del noir en un universo de anticipación fantástica concebido con verdadera genialidad. Su alcance y trascendencia como historia me sigue mereciendo una muy buena calificación, aunque la película anda un poco lastrada por esa grandilocuencia asociada a todo el cine de Ridley Scott. Incluso la mítica línea de dialogo final del replicante Roy Batty que interpreta Rutger Hauer —Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán… en el tiempo… como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir—, y que parece que, en parte, fue reescrita por el propio actor, está un tanto dejada caer en ese momento del guión, ya que mantiene escasa coherencia, continuidad o antecedentes con el conjunto de la historia. Todo lo contrario que sucede con su ilustre antecedente —no sé si inspiradora— el «las cosas que hemos visto» de Shakespeare / Falstaff / Welles, que es exactamente lo que va sucediendo en la historia que sigue a continuación de ese inolvidable prólogo.
«Blade runner 2049» también es una buena película, hábilmente concebida como una posible continuación de la primera, con una ingeniosa historia a partir de la relación final entre el agente Rick Deckard, en ambas interpretado por Harrison Ford, y la replicante Rachael en la escena del coche que cerraba aquella película. Una potente línea argumental que permite a sus responsables plantear una atractiva meditación acerca de la búsqueda de la identidad, tanto en su concepción puramente individual como en un trasunto más amplio que apunta a la propia especie humana. Un espectacular punto de giro en la parte final, que por supuesto no voy a desvelar, termina situando a la película dentro de las excelencias del thriller más exigente. Eso y un manejo excelente de la ambientación al servicio de los intereses morales del relato completan otra buena película. Dos buenas películas.
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