Douglas Sirk en la trastienda

09 Feb Douglas Sirk en la trastienda

 

En la antesala de los Oscars llega a nuestras pantallas otra de las películas con muchos boletos para llevarse algunas de las preciadas estatuillas. Se trata de Carol, una de esas producciones que el cine norteamericano considera “arriesgadas”, por tratar un tema con cierto margen para el escándalo entre los espectadores más conservadores y mojigatos, como es el de las relaciones homosexuales, en este caso entre dos mujeres, ambas guapas y, cada una en su estilo, con clase. Y hago este último apunte porque la industria USA, cuando se acerca a un tema caliente, lo primero que hace es sacar la lima para rebajar el filo de las uñas y, en este caso, tanto el aspecto físico como la presencia moral de las enamoradas son recursos para facilitar la digestión a esa tropa de espectadores de escándalo fácil.

POST 015.2
La película está basada en una novela de carácter autobiográfico de Patricia Highsmith, una autora más conocida por su temática criminal, que tuvo graves dificultades para ser editada en su momento, precisamente, por el tema que trataba; y ha sido realizada por Todd Haynes, un cineasta norteamericano con una corta e interesante carrera de la que vamos a destacar, por su relación con el presente film, Lejos del cielo (2002), una historia igualmente situada en los años cincuenta y con otros tantos temas candentes en el tintero, las relaciones interraciales, el adulterio y la homosexualidad, del esposo de la protagonista. Pero la relación que nos interesa entre ambos films se refiere esencialmente a la mirada elegida para contar la historia: la de ese melodrama norteamericano que el gran Douglas Sirk llevara a su máxima expresión, también con algunos temas incómodos sobre el tapete, aunque menos porque los tiempos tampoco daban para más.

POST 015.3
La película tiene una larga primera parte en la que contempla la aproximación afectiva y sexual de las dos mujeres protagonistas, una dama de la buena sociedad, casada y con una hija, y una joven dependienta de unos grandes almacenes con inquietudes artísticas, que evoca a la propia autora del original literario. Esta parte, una hora más o menos de metraje, está realizada con elegancia y muestra una encomiable capacidad de observación de detalles y matices, pero resulta demasiado estirada y me atrevería a decir que, en algunos momentos, irrelevante.

POST 015.4
La película cobra nuevos vuelos tras la relación sexual de las dos protagonistas, en unas escenas que, de nuevo, recurren a la lima de uñas, esta vez con la utilización de una sedante banda sonora y con una “conveniente” selección de los tiros de cámara y de las caricias que se hacen ambas mujeres. En cualquier caso, a partir de ese momento el conflicto se desata y la historia gana en intensidad, aunque el cineasta se muestra demasiado interesado en mantener un tono neutro, en dotar de aliento cotidiano a lo que, cinematográficamente, no hubiera debido tenerlo, de modo que los sentimientos y las emociones terminan quedando un tanto enlatados, pidiendo a gritos la mirada liberadora de Douglas Sirk, algo que, desgraciadamente, sucede en contadas ocasiones, como la escena con el detective en el motel, el encuentro entre los abogados o la conversación entre las dos mujeres que abre y cierra el film.
Entiendo que esta mirada detenida y realista es la apuesta del cineasta, pero personalmente creo que la película hubiera ganado si se hubiera soltado más la melena del melodrama.

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