30 Dic Viejos
(Publicado inicialmente el 28/01/2013)
La vejez, ese estado al que todos, los que tengamos suerte, llegaremos, nunca ha sido buena compañera de las pantallas cinematográficas, siempre más interesadas en la belleza y el lado bueno de las cosas. Conocido es el lamento de las estrellas del séptimo arte, especialmente las femeninas, al ver cómo declina su astro por falta, precisamente, de personajes a los que interpretar, como no sean los secundarios de madre o, peor aún, de abuela. Y patético ha resultado más de un intento, tanto femenino como masculino, por mantener artificialmente el esplendor físico, convirtiendo el gesto maestro de antaño en un rictus grotesco.
Aunque esta inflexible ley del cine no ha cambiado en lo esencial, en las carteleras actuales encontramos alguna que otra excepción a la regla. Incluso hay veces que llegan a coincidir en cartelera dos películas cuyos protagonistas andan instalados en la tercera edad. Así sucedía en las salas valencianas, ya hace unos años, con dos producciones que nos ofrecían unas visiones muy distintas de este momento de la vida, una amable y la otra cruel.
Comenzaremos por la segunda, por aquello de respetar lo del happy end, «Amour», de Michael Haneke, implacable mirada sobre el final físico de una pareja que se ha amado, con dos nombres propios del cine francés al frente del reparto, Jean Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, la inolvidable protagonista de «Hiroshima, mon amour».
La otra, «El cuarteto», debut en la realización, a los 75 años, del actor Dustin Hoffman, y con otra leyenda de la pantalla como Maggie Smith en el reparto, elige, en cambio, la melancolía como punto de vista para construir un bonito relato de música y segundas oportunidades.
¿Cuál de las dos miradas es la real? Con toda seguridad ninguna de las dos, ni se trata de las tinieblas del cineasta austríaco ni tampoco del cielo con nubecillas de la producción norteamericana. Muchas veces dependerá de la disposición con que los propios protagonistas aborden esa etapa de la vida. Que cada cual elija la mirada que prefiera. Yo, al menos para el mundo real, me quedo con esta última.
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