Pepi, Luci, Boom… y la década del entusiasmo

28 May Pepi, Luci, Boom… y la década del entusiasmo

 

Una serie de circunstancias relacionadas con un proyecto en el que ando metido me han hecho revisar el primer largometraje realizado por Pedro Almodóvar, “Pepi, Luci, Boom… y otras chicas del montón”. El motivo de esta entrada no es tanto la consideración del film o del cineasta, un autor de muy amplio respaldo entre el público y la crítica de todo el mundo, sino la condición que adquieren ciertas películas como crónicas, físicas y morales, del propio momento del tiempo y del espacio en el que fueron realizadas.

Un valor que algunos me dirán que, en menor o mayor medida, poseen todas las películas. No digo que no sea así, pero unas lo tienen (mucho) más que otras. Tanto que en algunos títulos es un valor prácticamente residual y en otros el tiempo lo ha convertido casi en su propia esencia. Eso es lo que sucede con “Pepi, Luci, Boom… y otras chicas del montón”.

Pepi Luci Bom - Bom plano perfil

La película está realizada en la frontera de los ochenta y los que hemos rodado en los márgenes de la profesionalidad —con mucha menor fortuna y acierto que el cineasta manchego, por supuesto— reconocemos en sus imágenes las servidumbres y grandezas de esta libertad del cine realizado bajo mínimos. Ajustado reflejo de la libertad sin límites —de su realidad o de su espejismo, eso poco nos importaba en ese momento— que se respiraba en los primeros años que siguieron al final del régimen franquista.

Ese rodaje en escenarios naturales, con vestuarios, atrezzos y figuración igualmente “naturales”, le concede a la película el poder de sumergirnos directamente en ese universo de los ochenta, los años de las movidas o la década del entusiasmo, cuando la libertad se pretendía tanto que el personal hasta trató de liberarse de la obligación de resistencia política que imponía la dictadura. Más allá todavía quedaban cadenas que romper y había que romperlas todas.

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Esta lectura avanza unos pasos sobre la pura realidad física de las imágenes, estamos en los dominios de la lectura moral, de la ética o de las costumbres, que cada cual lo llame como más le guste. Y en este segundo nivel la película resulta ejemplar, por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. Nos desvela el espíritu de un (significativo) momento de nuestra historia, aunque verla ahora, casi cuarenta años después, nos devuelva la imagen de unas libertades que se nos escaparon de las manos. Quizás porque sólo fueran un espejismo. Aunque puede que la verdadera libertad sea sólo eso, un espejismo que hay que perseguir sin desmayo ni descanso. Prolongando para siempre la década del entusiasmo de cada uno, cuando ya se ha encontrado, o creando una nueva y propia década del entusiasmo cuando todavía no se ha vivido ninguna.

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