Your name, el mejor cine de animación.

13 Abr Your name, el mejor cine de animación.

 

 

He de confesar —y confío en la benevolencia de nuestro querido especialista en la Cartelera Turia— que siempre he mirado al cine de animación con cierta desconfianza. Una prevención un poco como “genética”, aunque completamente injustificada, que me temo comparte un buen número de cinéfilos. Así que, aprovechando las fechas santas y dolorosas que hoy comenzamos, sirva este artículo como cumplida penitencia de este pecadillo.

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Aunque no hay que olvidar que la animación ha puesto mucho de su parte para que los cinéfilos cayéramos en la tentación de menospreciarla, pues siempre ha estado asociada a la peor versión del cine infantil, con el capo Disney y sus animales de comportamiento humano como buque insignia de esta tendencia dominante durante mucho tiempo. Tanto es así que, en nuestros recuerdos cinéfilos, el cine de animación para adultos lo asociamos a productos de inequívoca voluntad transgresora, ya sea por lo experimental del sus planteamientos o por lo gamberro de sus argumentos y situaciones. El canadiense Norman McLaren y el norteamericano Ralph Bakshi resultan ejemplos perfectos para cada una de las dos direcciones apuntadas. Claro que, como siempre hay excepciones, a pesar de nuestra reticencias hacia el género los cinéfilos hemos adorado sin matices algunos productos de animación, como los del checo Jiri Trnka o los del también checo Karel Zeman, este último en una versión hibrida entre la animación y la imagen real.

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Hoy las cosas han cambiado bastante y, aunque el calificativo que mejor se marida con el cine de animación sigue siendo el de familiar, las actuales producciones muestran una mayor complejidad en todos los aspectos —no sé si los espectadores pequeños se han hecho más adultos o los espectadores adultos más infantiles, probablemente un poco de cada cosa— y el calificativo de producto digno ya resulta habitual en el género.

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En el caso del cine japonés, una industria en la que la animación ocupa un lugar destacado, los antecedentes tampoco animaban mucho, con series de éxito como Heidi y algunos largometrajes con sabores marciales en sus modos en el debe profundo de la balanza. Claro que, por el contrario, en el haber se han ido acumulando una serie de obras de gran interés que han llegado a tener una distribución bastante aceptable en nuestras pantallas, con realizadores de culto como Hayao Miyazaki y pequeñas joyas como La princesa Mononoke, Ponyo en el acantilado o El viento se levanta, que han derribado definitivamente ese velo de prejuicios que cubría nuestros ojos.

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El último ejemplo de estas grandes obras se encuentra actualmente en cartel, Your name / Kimi no na wa, de Makoto Shinkai, un film cuya complejidad y alcance se encuentra a años luz de la mayoría de películas protagonizadas por actores. Casi una meditación filosófica acerca de la existencia que está construida a partir de esa pulsión de búsqueda eterna que acompaña a la juventud. Dos lecturas complementarias que animan las dos direcciones de una misma trama: De un lado, la historia de los dos jóvenes que intercambian sus sueños y sus cuerpos, como reflexión acerca de las identidades asociadas a la adolescencia, la sexual incluida, por supuesto; y de otro, una suerte de mirada poética sobre el universo, la existencia, el tiempo y la vida, con ciertas resonancias de la física de partículas, casi como si nuestro destino dependiera de la frecuencia y la dirección de las vibraciones de unas cuerdas de dimensiones infinitesimales que nunca llegaremos a ver.

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