Tres días en el (antiguo) fin del mundo

06 Oct Tres días en el (antiguo) fin del mundo

 

Hay destinos a los que vale la pena viajar solo por el nombre. Fisterra, o Finisterre como se decía antes, es uno de ellos. Durante mucho tiempo fue el fin del mundo conocido. Nosotros estuvimos allí tres noches inolvidables.

ALEN DO MAR

Buena parte de culpa en ese gran recuerdo la tiene el establecimiento en que nos alojamos, el hotel Alen do mar, que está situado un par de kilómetros antes de llegar a Fisterra, en una entrada a la izquierda que indica Playa Llagosteira. Muy pocas plazas, un personal encantador y unas habitaciones con unas vistas al mar que casi te impiden dormir por no querer cerrar los ojos. Además, desde la propia playa de Llagosteira, que se encuentra a pocos metros del hotel, parte un camino de algo más de dos kilómetros que conduce hasta el pueblo de Fisterra, una localidad pequeña y muy agradable.

PLAYA LLAGOSTEIRA

El primer día nos levantamos tempranito y nos bajamos a la playa de Llagosteira para recorrerla de punta a cabo caminando por la orilla. Solo andar, estábamos a finales de septiembre y tampoco era cuestión de bañarse. Después, una excursión al cercano pueblo de Corcubión, un bonito puerto con una vegetación de montaña junto al mar. Y para rematar el día, subimos hasta el Faro de Fisterra para contemplar la puesta de sol, en esa fecha en torno a las ocho y media, un espectáculo que cada noche concentra a un numeroso grupo de personas que se dispersa cuando el sol desaparece tras el horizonte.

PUESTA DE SOL FISTERRA

Y después a cenar en uno de los sitios imprescindibles del lugar, Tira do Cordel —justo en el otro extremo de la playa de Llagosteira, desde el hotel se puede llegar andando por el camino mencionado o en coche tomando la siguiente salida a la playa, la que está más cerca del pueblo—, con su plato estrella, lubina salvaje a la parrilla con un toque de aceite y aroma de vinagre. La mejor lubina que hemos comido nunca. Y para beber, como seguimos en las Rías, ya no sé si Baixas o Altas, pero me da lo mismo, pues más Albariño.

COSTA DA MORTE

Al día siguiente, el último de nuestra breve estancia en Fisterra, tocaba la Costa da Morte y nos la planificamos en tres etapas —Laxe, Camariñas y Muxia— más un epílogo que luego comentaré. Pero lo más importante no son los destinos —el que más nos gustó de los tres fue Laxe, con un largo paseo marítimo y unas impresionantes dunas— sino el propio camino, así que conviene indicarle al GPS la ruta más corta y dejarse llevar por carreteras interiores que nos introducen en bosques profundos de eucaliptus, castaños, pinos…, como si estuviéramos en un paisaje de montaña, sólo que en cualquier momento, tras cualquier curva, puede aparecer el mar. Impresionante.

TOURIÑAN 1

Y para rematar, el cabo Touriñán, un poco el reverso del cabo Fisterra en lo que se refiere a situarse fuera de las rutas habituales del turismo. Se trata de uno de los enclaves más extremos de la Europa continental, tal como lo atestigua el horario de las puestas de sol, y, por lo tanto, le disputa al cabo Fisterra esa condición de última tierra del mundo antiguo.

TOURIÑAN 0

En cualquier caso, esa posición en segundo plano en las rutas turísticas con respecto al primero le proporciona al cabo Touriñán el plus de paisaje más exclusivo y menos masificado. Un pedazo de naturaleza salvaje en estado puro que no nos debemos perder si estamos por allí, por más que debamos conducir unos cuantos kilómetros por una carretera estrecha y solitaria. De los lugares más auténticos en los que estuvimos.

ALEN DO MAR LLUVIA

A la vuelta, tras una tormenta contemplada desde la habitación del hotel, despedida cenando en O Centolo, un establecimiento situado en el propio pueblo de Fisterra, en el puerto, que nos recomendaron en el hotel por ser el más fiable y el de toda la vida en contraposición al resto de los que operan allí que son de temporada. Una excelente recomendación que nos abrió las puertas a una cena de marisco —incluida una navaja del lugar que llaman longueirón y que es más suave que la habitual— acompañada por la inevitable botella de Albariño.

TOURIÑAN 2

Fotos: Inma Fernández

1Comment
  • Carlos
    Publicado a las 07:11h, 08 octubre Responder

    Tus palabras son tentaciones Pedro.
    Adornan el lugar y le aportan ese añadido a la realidad que lo convierte en más apetecible e ignoto.
    De donde vivimos nosotros sigue siendo la finis terrae, y cuando hablas de marisco ni te cuento. Un abrazo.

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