En el corazón del mar

01 Ago En el corazón del mar

 

Hace algunas semanas, la librería Shalakabula (Mislata) lanzó en las redes sociales una simpática iniciativa que consistía en adquirir a ciegas un libro que sería seleccionado por los libreros a partir de un par de preguntas que debía responder cada interesado. Como era una idea irresistible no me pude resistir y unos días más tarde recibía en mi domicilio un paquete. ¿Qué libro contendría?

Puede que la reacción natural fuera la de desgarrar el sobre con impaciencia para ver el contenido del envío, pero yo me lo tomé con más calma porque eso de la incertidumbre tenía su cosa. Así que esperé un poco —unos segundos, tampoco hay que exagerar con los placeres de la ansiedad— y después desgarré el sobre sin miramientos. El libro era “En el corazón del mar”, de Nathaniel Philbrick, del que algo había leído, puede que en Babelia. Tuve la intuición de que no se habían equivocado, a pesar de las pocas pistas que les había dado.

Hoy he acabado de leerlo y efectivamente no habían errado el tiro, se trata de una obra muy estimable y perfectamente ajustada a mis exigencias como lector. La novela es una minuciosa y extremadamente documentada reconstrucción de las circunstancias del naufragio, a principios del siglo XIX, del barco ballenero Essex al ser atacado por un cachalote. Un comportamiento completamente inusual e inexplicable que, años más tarde, serviría de fuente de inspiración para “Moby Dick”, la obra maestra de Herman Melville.

La novela, que combina con especial habilidad las técnicas del ensayo con los mecanismos de la ficción, nos proporciona una valiosa visión de una sociedad y un modo de vida, el imperio ballenero de la isla de Nantucket en el siglo XIX, dibuja perfectamente desde la ficción unos personajes que existieron en el mundo real y dota al relato de un turbador aliento trascendente que nos habla del hombre y su relación con la naturaleza.

Un libro hipnótico y escalofriante que desciende a los abismos del alma humana y que confirma una vez más aquello de que la realidad supera a la ficción, o dicho de otro modo, que, en ocasiones, la realidad toma prestados recursos de la ficción: “Wilkes preguntó a Pollard cómo se atrevía a navegar de nuevo después de todo lo que había sufrido. Comentó sencillamente —escribió Wilkes— que un antiguo proverbio afirmaba que un rayo no caía dos veces en el mismo lugar. Pero en el caso del capitán Pollard, sí cayó”.

POST 031.2

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