Spotlight: la necesidad de una prensa libre

18 Feb Spotlight: la necesidad de una prensa libre

 

El moderno cine político norteamericano, ése que ya no mira sólo a los políticos sino a las múltiples caras que la política tiene en las sociedades actuales, sigue de enhorabuena en nuestras pantallas . Hace poco se estrenaba La gran apuesta, una demoledora mirada sobre el criminal papel de los mercados en la crisis financiera de 2008, y ahora lo hace Spotlight, una excelente crónica de la red de abusos sexuales a niños en el seno de la Iglesia católica, que descubrieron un grupo de periodistas del Boston Globe en el año 2002 y que les valió el premio Pulitzer.

POST 17.7

Si la primera me pareció una estupenda película, esta segunda es todavía mejor por poseer una estructura y un lenguaje cinematográficos más depurados, tanto en el guión, más complejo, mejor construido y con los personajes perfectamente atendidos, como en la puesta en escena, de un impecable aliento clásico y con los actores desplegando todos sus talentos una vez liberados del punto de esperpento que imponía aquélla.

Tras un breve prólogo situado en el año 1976, en el que quedan patentes las complicidades e impunidades de que gozaba la Iglesia católica de Boston para enjuagar sus trapos sucios al margen de la justicia ordinaria que afectaba al común de los mortales, la película reconstruye con minuciosidad la larga investigación llevada a cabo, tras la llegada de un nuevo director, por un equipo autónomo de reporteros del citado periódico (el Spotlight del título) para sacar a la luz esta trama de abusos a niños y dejar al descubierto todo un rosario, nunca mejor dicho, de intereses para mantener limpia la imagen de la Iglesia católica como enseña y garante de la esencia moral, casi como la identidad misma de la propia ciudad.

POST 17.3

El gran mérito del film es narrar estos hechos desde un lenguaje cinematográfico plenamente ajustado a los usos de cualquier espectador, desde el más básico hasta el más exigente, cada uno encontrará un número diferente de matices y lecturas, pero todos serán conscientes de lo esencial, la intolerable impunidad de la que gozaron los curas de Boston (poco después extrapolable al resto del mundo, como demuestra la lista de la vergüenza que se incluye en el rodillo de los créditos finales) para destrozar la vida de muchos niños, algunos de los cuales no llegaron a superar la edad adulta porque se suicidaron o llegaron a ella con graves problemas psíquicos que les inhabilitaron para desarrollar una vida social mínimamente aceptable. Esto lo consigue aplicando con exquisita profesionalidad y elegancia los códigos del thriller y dotando a los personajes y sus relaciones del suficiente aliento humano para que el espectador los sienta cercanos y se involucre en su investigación. El secreto de todo cine que se pretenda de amplio alcance popular.

POST 17.4

Aparte de esta voluntad de denuncia de unos hechos concretos, la película nos deja una segunda lectura no menos importante y es el imprescindible papel que juega una prensa libre en las sociedades modernas, como auténtico contrapeso del poder y casi ocupando un hipotético cargo de defensor del ciudadano. Pero no contempla a sus protagonistas, los periodistas, como héroes despojados de las debilidades humanas sino también con su parte de culpa, la de todos los que, en algún momento, hemos mirado hacia otro lado.

El mejor cine norteamericano con lo mejor de sus actores, capaces todos ellos de dotar de presencia humana a sus personajes, tanto los principales, todo el equipo de redacción, como los de reparto, con esos modélicos secundarios que interpretan actores de la talla de Stanley Tucci o Paul Guilfoyle. Ejemplar.

POST 17.6

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