Viaggio in Sardegna

07 Ene Viaggio in Sardegna

 

(Fotografías de Inma Fernández)

Un viaje tan corto, que todavía se hizo más breve por un atasco en carretera que nos hizo perder un barco, de apenas cinco días, del 5 al 10 de septiembre (unas buenas fechas si se quiere disfrutar del buen tiempo y evitar las aglomeraciones), apenas me permite unas cuantas pinceladas sobre una parte mínima de esta hermosa isla del Mediterráneo.

Si tuviera que concretar en un par de imágenes mi impresión visual de la isla elegiría los motocarros y las chumberas. Los primeros porque ya han desaparecido de nuestro paisaje nacional y las segundas porque hay más que personas y tampoco nos resultan demasiado familiares en nuestro entorno.

Y si tuviera que destacar alguna costumbre social me quedaría con la omnipresente limitación a 50 km/hora de la velocidad en las carreteras y la ininterrumpida línea continua que las divide, aunque tengo que añadir que ninguno de los conductores de la isla hace el más mínimo caso de ninguna de las dos prohibiciones.

Y finalmente, si el lector me pidiera un par de consejos para una futura estancia, le advertiría que (todas) las gasolineras están cerradas en domingo y que el ticket que se adquiere para los parkings lleva una especie de rasca rasca con el que se fija la fecha y la hora. No vale con adquirirlo y dejarlo en el parabrisas tal cual, pues te clavan una “misteriosa” multa que tardas tiempo en comprender a qué se debe.

????????????????????????????????????

Destacable es el alojamiento que conseguimos a través de una web llamada Voyage privé, relativamente bien de precio y con excelentes prestaciones. Estuvimos en el Castelsardo Village Resort, un complejo situado en las afueras de esta ciudad del norte de la isla. Nos alojaron en una habitación situada frente al mar, a pie de tierra y sin nada ni nadie delante. Una pasada, con la pequeña limitación que hasta allí no llegaba el wifi y había que consultar los correos y demás vínculos sociales en el hall del complejo antes de pasar a cenar (el régimen era de media pensión). Un buffet libre variado y de calidad, dentro de lo que se puede esperar de un buffet, que incluía, todas las noches, unas sugestivas ofertas de pasta, y siempre bien regado con un agradable vino Cannonnau di Sardegna. Y es que las cosas hay que comerlas (y beberlas) en sus sitios, las salchichas en Alemania, la paella en Valencia y la pasta en Italia.

IMG-20150905-WA0002

Y pasando a la crónica de las excursiones, el primer día nos fuimos a Orgosolo, un pueblo del interior situado, más o menos, en el centro de la isla, que se encuentra ni más ni menos que a mil metros de altura. La elección de este primer destino, como puede que haya supuesto el lector que conozca mis inclinaciones cinéfilas, está relacionada con una película de Vittoria de Seta de los años sesenta, “Banditi a Orgosolo”, que está protagonizada por los propios pastores sardos y que goza de un merecido prestigio dentro de la historia del cine italiano. Una vez más, el cine acertó en mi vida, pues se trata de un pueblo encantador, que presenta la singularidad de tener buena parte de sus fachadas ilustradas con unos combativos graffitis que no tienen nada de clandestinos, todo lo contrario, están completamente integrados en el paisaje urbano de la ciudad.

????????????????????????????????????

Una recomendación si desean viajar a esta ciudad desde el norte de la isla, seleccionen en el navegador la “ruta corta” en lugar de la “ruta rápida”. Tardarán algo más de tiempo en llegar, pero recorrerán las hermosas masas boscosas del interior de la isla y podrán detenerse unos minutos en las orillas del lago Coghinas.

Para el día siguiente hicimos caso de la recomendación de una buena amiga de L’Eliana y nos fuimos al Capo Testa, un espectacular paisaje lunar justo en el borde del mar. Muy recomendable, lo mismo que la pequeña ciudad de Santa Teresa de Gallura, con un acogedor centro peatonal. El resto de lugares que visitamos ese día me gustaron bastante menos, estábamos acercándonos a la parte oriental y más turística de la isla y esto se nota.

????????????????????????????????????

Idéntico “síndrome turístico” sufrimos al día siguiente, que visitamos la concurrida localidad de Stintino y la conocida Playa della Pelosa, con sus aguas tropicales, extraordinarias de color y transparencia, aunque masificadas de coches y personas, y eso que estábamos en septiembre. No quiero pensar la que se puede montar en julio y agosto.

?

Así que por la tarde decidimos desconectar un poco de los lugares habituales y visitamos la vecina Castelsardo, una ciudad con un fortificado casco antiguo que, para entendernos los de aquí, viene a ser como una Peñíscola en grande.

????????????????????????????????????

El siguiente destino constituye parada obligada para los naturales del ámbito lingüístico catalán. La ciudad de Alghero, o l’Alguer, un enclave que durante muchos años estuvo en manos catalanas y cuya huella perdura en la doble rotulación de las calles del casco antiguo, con el nombre antiguo en catalán y la actual denominación en italiano, y algo menos en el uso del catalán como lengua, pues durante las horas que estuvimos en la ciudad no escuchamos una sola palabra en ese idioma.

????????????????????????????????????

El día se completó con dos destinos de los señalados en rojo en todas las guías turísticas: Porto Conte y Capo Caccia, con la famosa y espectacular Grotta di Netuno. Una excursión que seguro será estupenda si usted consigue ir cuando la cola de coches aparcados no llegue casi hasta el final del promontorio y no tenga que subir a pinrel y por una concurrida carretera hasta la mencionada Grotta, para una vez allí tratar de atisbar un pedazo de roca entre la multitud que deambula por una reducida zona panorámica.

?

El hallazgo playero, al fin y al cabo estábamos en una isla famosa por sus costas, llegó de manera imprevista el último día, en el que decidimos ir a profundizar en un litoral que habíamos visto desde el coche, la playa de Badesi Mare, un enclave que no se destaca en las guías y está situado a unos veinte kilómetros al este de Castelsardo. Unos tres kilómetros de arena fina y aguas de tonos turquesa, que estaban ocupados por una tropa mucho menos numerosa que la de la Pellosa y sobre todo más popular, entendida la palabra como gente del pueblo y no en su acepción de famosa o conocida. Una auténtica delicia que les recomiendo si van por allí, aunque en este caso no se olviden del rasca rasca de los tickets de aparcamiento, pues allí es donde nos clavaron la multa del principio. Claro que lo de cobrarla lo tienen un poco peor.

????????????????????????????????????

No hay comentarios

Publica un comentario